martes, diciembre 08, 2020

SU HISTORIA ES NUESTRO CAMINO.

 

Con solo pasear por el bosque, por el campo y observar   los árboles, las plantas, la variedad de setas en otoño, las flores de mil colores, ves como llenan nuestro paseo de energía positiva y  del color de la vida. Ver como en primavera los insectos se afanan en recoger el néctar de las flores, el jugo de la esperanza que hace trasladar a otros lugares el polen adherido en sus patitas y alas. Cuando observas como las hormigas trabajan continuamente formando caminos y verdaderas autopistas en el suelo para llevar comida y llenar así sus graneros para pasar el invierno. Cuando sientes el trinar de los cantos hermosos de los pájaros que anidan en las ramas de los árboles……entonces es cuando verdaderamente te das cuenta que todo está interconectado, que todo el entorno es un eslabón único, es una cadena unida con lazos y conexiones frágiles que debemos blindar y proteger. Si uno sólo de estos enlaces, de estos vínculos unidos se rompe, todo el engranaje puede caer y alterarse el rumbo del destino.        

Os voy a contar un hecho real. La historia de una encina  enferma en el que en uno de sus lados proliferaba un hongo contagioso. En ese lado enfermo había crecido un retoño convirtiéndose en árbol joven y al otro lado del árbol madre otro joven que extendía sus ramas abrazándola.  Cuando lo descubrí, el árbol joven que se encontraba en la zona enferma de su madre, había crecido tumbado, alejándose de la corteza enferma. Su madre había reaccionado y no quería que su hijo de ese lado se contagiara y muriera. Eso ocurrió en Abril de 2019. Cuando tras la finalización de la confinación pude de nuevo pasear por el bosque, me fui a ver como se encontraba esta entrañable familia. Al llegar,  me quedé atónito, asombrado, no podía creer lo que había pasado. Los hongos prácticamente habían desaparecido y el árbol medio tumbado que se alejaba para no caer enfermo, estaba erguido junto a su madre, extendiendo sus ramas y abrazándola.  El paso de su tiempo no es como el nuestro. El mundo de las plantas viven de forma pausada, tranquila, lenta y segura. Miré el tronco del árbol joven por si alguien lo había tronchado y lo había juntado. Y no, había sido él, su tronco estaba  liso, el mismo se había recuperado con ayuda de su madre. Aunque siempre había tenido la ternura del otro hijo que de forma continuada la había estado abrazando, ahora eran los dos, la familia, las que estaban abrazados creciendo juntos en su mundo lento y hermoso.    

            Esto para mí ha sido una gran lección de interconexión, de colaboración y de unión. Todo está conectado, incluso las estrellas, nuestra galaxia, el universo por completo. Un ejemplo para poner en práctica en cada momento de nuestras vidas, en el paso por los senderos que nos ha tocado caminar, sembrando siempre semillas que se unirán con otras caídas y que forman sin duda la gran bóveda de la vida.

             La naturaleza es sabia y de forma continuada nos da lecciones de cooperación, de unión, de aunar sinergias para conseguir un objetivo común sin egoísmo y con responsabilidad, para mantener vivo la biodiversidad de su entorno, de su supervivencia. Pero debemos saber interpretar su lenguaje que está a la vista pero que sin embargo no sabemos descifrar al no abrir nuestro corazón a su propio idioma, a captar sus mensajes que son el único camino de nuestra propia subsistencia.

          No haynada que el hombre haya inventado y no esté ya presente en nuestro entorno natural. Tenemos que ser más humildes. Bajar de nuestro pedestal humano y reconocer la grandeza de cuanto nos rodea. Un árbol, un animal, un río o simplemente una montaña, nos dan continuamente el bienestar que el ser humano ha perdido, ha ignorado o olvidado entre el amasijo de ladrillos, coches y mega ciudades blindadas contra la naturaleza en todo su dimensión.

 

sábado, noviembre 28, 2020

Una bala directa a su corazón

 


El gobierno de Francia ha anunciado la creación de un nuevo delito en su código penal: “Delito” de ecocidio, aunque la propuesta para su denominación al principio era de “crimen de ecocidio”. Los países industrializados o llamados a avanzados intentan cada vez más combatir los delitos medioambientales realizados no solo por personas individuales sino también por empresas que puedan contaminar o violen las leyes estipuladas a tal efecto en su propio país.

 

            En España, sin embargo aunque existen numerosas leyes que protegen la naturaleza, tanto nacionales como de las Comunidades y al estar transferidas las competencias a los gobiernos regionales, muchos delitos quedan sin ser castigados. Miles de denuncias que el Servicio de protección de la Naturaleza de la Guardia Civil que imponen, al ser cursadas a las Consejerías de Medio Ambiente, quedan archivadas o sencillamente no se les da curso judicial. Vertidos que se sancionan si es que se sancionan con penas irrisorias, contaminación, empresas de reciclaje que no cumplen con la normativa, pesca abusiva, contaminación en las ciudades por el empleo de insecticidas en las calles, el poco control existente a todos los productos químicos del mercado, la construcción de hoteles o urbanizaciones violando la Ley de Costas, los incendios provocados muchos de ellos por ganaderos y agricultores para quemar las hiervas secas, el poco control existente en la seguridad de los alimentos que llegan al mercado, el escaso control de los etiquetados de los productos….y un largo etcétera. Bien es verdad que esta circunstancia también ocurre en muchos países del mundo. La defensa de nuestra Tierra se encuentra en el último escalón de la persecución judicial.

 

            Pero…. ¿Qué pasa con empresas y multinacionales españolas, canadienses, europeas, chinas, japonesas, americanas…..que a pesar de proceder y de asentarse en países donde el medio ambiente es medio protegido, se trasladan a terceros países para robar los recursos naturales bajo la protección de gobiernos corruptos que facilitan su entrada en el país a cambio de llenarse sus bolsillos de dinero sin importarles lo que hagan a sus ciudadanos? ¿Por qué la Unión Europea no saca una Ley en la que se castigue con dureza a cualquier multinacional que viole los derechos humanos y los derechos de la Tierra en  los países donde campan a sus anchas? ¿En un siglo XXI podemos permitir el asesinato de cientos de activistas medioambientales y líderes indígenas que defienden sus tierras legalmente y que sus voces son calladas con un balazo en la cabeza? ¿Nos podemos sentir orgullosos de tener la tecnología punta cuando su materia prima procede de charcos de sangre, de violaciones a niños, niñas y mujeres, de esclavitud, de la destrucción de un pueblo? ¿Podemos quejarnos como lo hacen nuestros políticos porque viene gente en pateras a Canarias o a las costas españolas y no son capaces de tomar medidas urgentes para parar la llegada de recursos naturales manchados de violencia sin que se castigue a las empresas que participan en el negocio de la muerte?

 

            Mucho tenemos que reflexionar y pedir a nuestros dirigentes que miran siempre hacia su ombligo pidiéndoles ¡Basta ya!. Debe de crearse urgentemente un delito o bien un apartado en los Códigos Penales Internacionales que puedan castigar, juzgar y meter a la cárcel a todas las multinacionales y sus responsables que participen en terceros países y sean responsables directos o indirectos de los crímenes que se están cometiendo en el nombre de la ciencia y el adelanto tecnológico de los países que nos denominamos G-20, G-7 y G como se quieran denominar. Unos cascos verdes internacionales que persigan a los delincuentes de guante blanco con manos rojas.

 

            Lo cierto es que siguen los asesinatos. Que el aceite de palma utilizado por numerosas empresas de alimentación, de cosmética e industrial y que se encuentra amparado por las leyes europeas, es el origen de muchas muertes, de muchas manos manchadas de sangre incluidas las nuestras que permitimos y no exigimos que se pare este abuso infernal a los pueblos indígenas y campesinos. A  los pueblos nativos que son la esencia del propio palpitar de la Tierra, que son los corazones que defienden nuestra vida porque sin las selvas o bosques el mundo no existiría la vida. ¿Y como se lo estamos pagando?  Quitándoles la vida a ellos.

 

            O esos minerales esenciales para nuestros teléfonos móviles y ordenadores que también en su 80% proceden de campos de concentración, asesinatos y abusos permitidos por el propio estado corrupto de donde lo están extrayendo. O los diamantes, o el petróleo extraído de las selvas que después envenenan los ríos quitando el alimento esencial para miles de nativos. ¿A caso nuestros políticos y los de Europa no son conscientes de todos estos abusos? Pasan, de igual modo que pasan de los llamamientos de los Pueblos indígenas a la Comunidad Internacional.

 

            Me come la rabia por dentro. Me indigna que no existan leyes que puedan parar este crimen organizado. ¿Cuántos intereses existen a este derramamiento de sangre en pleno Siglo XXI?  Honduras, Guatemala, Colombia, Perú, Brasil, África entera, Asia y en muchos otros países, no se respetan el más mínimo de los derechos de los pueblos milenarios.

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            La cara de vergüenza se les tenía que caer a TODOS los políticos por no parar estos ríos de sangre, sangre inocente, sangre olvidada, sangre silenciada. Mujeres y hombres valientes que en el anonimato de un rincón de la selva luchan por defender su vida, la de los suyos, la de la Tierra y sin embargo silencian su voz, su lucha con un tiro en la cabeza. Tristeza por todos ellos y desde mi más profundo ser, siempre lucharé para que sus voces sean oídas. Siempre gritaré que ellos son los verdaderos héroes y guardianes de nuestra madre Tierra. Siempre están en mi corazón, en mi lucha y en mis palabras.

 

            Hay una exposición en Barcelona sobre fotografías que debería estar expuesta en el Congreso de loa Diputados y después pasar a los Parlamentos del resto de la Comunidades, de “Activistas por la vida”. Hombres y mujeres que han sido asesinados o que están amenazados de muerte porque luchan  con las manos abiertas, por la defensa de  las selvas. No son miembros de ONGs que cobran por hacerlo. Son gentes a los que les debemos todo el respeto del mundo. Gentes sencillas que solo alzan su voz por la vida sin recibir a cambio nada. O tal vez sí……una bala directa a su corazón.

martes, noviembre 03, 2020

A través de sus ojos.

Una historia....un cuento.....UNA REALIDAD. Dedicado a todos ellos. 


No sabía cuánto tiempo llevaba durmiendo, soñando, inquieto por sonidos extraños que le llegaban a sus oídos de manera extraña, llantos secos y olor a miedo. Sentía un dolor en el estómago que le hacía a veces retorcerse, emitir sonidos siniestros a sabiendas que nadie acudiría a calmar su angustia. No recordaba cuando nació, ni tenía noción del tiempo. A veces cuando abría sus ojos, todo estaba oscuro y otras yacía frente a una luz intensa que le abrasaba la cara. No sabía reír, cantar, estar alegre….su mundo era el momento. La llama de la vida, el suspiro que en ocasiones abrasaba sus pulmones. En otras ocasiones sentía mucha debilidad, incluso mover un músculo de su cuerpo resultaba un tormento agotador, infernal, que se hundía entre sus penas y ese sufrimiento constante que te hace volverte loco y que no sabes distinguir la realidad de ese otro mundo imaginativo lleno de colores vivos y pasión.

            Miró a su alrededor sin ganas, como un reflejo de cristal, cansado solo por el esfuerzo de pensarlo, agotando la poca energía que aún guardaba como paño en oro en su pequeño motor de la vida.

            Seguía junto a un cuerpo arrugado, seco, sin sudor. Una piel muerta como la corteza de un árbol caído al ser talado y expuesto al sol ante esos rayos vengativos y abrasadores de esperanzas.

            Pero sí, sentía el latir de un corazón lento que no era el suyo. Un palpitar que transmitía cansancio, agotamiento, resignación y olvido. Aún así, también sentía mucho amor y ternura para él, algo que le confundía y a su vez le transmitía paz.

            De cuando en cuando, unos dedos delgados y finos, se introducían en su boca y chupaba absorbiendo esa agua amarga que le daban como única esperanza a la vida.

           Escuchaba. Sus oídos aún no se habían cerrado y percibía una alegría inusual en la gente que creía mayor y que se encontraba a su alrededor. A través de sus ojos, con la retina debilitada, percibía a otros niños más mayores que habían sobrevivido a un viaje sin retorno y que hablaban de un mundo extraño, donde no existía violencia o muerte, ni hambre ni sed, ni guerras sin sentido…un mundo feliz, donde los niños podían jugar a ser futbolistas, a poder asistir a unas reuniones donde les enseñaban la manera de subsistir en una selva de cemento y humos, pero donde existía posibilidad de respirar y dormir sin sobresaltos, miedos o pesadillas. Un mundo donde brotaba la ilusión, una oportunidad a la alegría y donde morir de hambre con tripitas hinchadas, desnutridos, comidos por moscas carnívoras que transmitían enfermedades mortales, estaba en el olvido, no existía, desterrado en el limbo de las injusticias.

            A veces le costaba abrir los ojos pegados sus párpados en la piel por las lágrimas secas que se evaporaban por el intenso calor y donde las moscas curiosas, se paseaban con soltura sin sentir el más mínimo hormigueo. En su boca, la humedad de la saliva, hacía tiempo que no tenía. Su cuerpo estaba preocupado en resistir otros grandes males que le amenazaban y había cerrado muchas funciones para poder sobrevivir.

            ¿Cómo serían los niños de otros países? Había escuchado a su madre que en lejanas tierras, se podía conquistar el paraíso, que sólo había que tener decisión y valor para cruzar el desierto y las selvas con innumerables peligros y después llegar a la orilla del agua donde en el horizonte podía verse un segundo mundo lleno de riquezas, un paraíso donde los niños eran felices, comían todos los días. Historias de cuentos que se cruzaban por nuestra aldea cada vez que alguien llegaba contando las maravillas de otras gentes y cómo vivían cómodamente en casas colmenas, con muchos objetos. También contaban otras historias menos creíbles como el apretar un botón y salir agua de la pared, o luz del techo, o calor de muebles pegados en la pared. Que las mujeres no tenían que andar kilómetros con sus hijos en las espaldas para llevar leña y calor a sus rincones.

            Él pensaba que eran cuentos de brujos, de chamanes que con las palabras, hacían juegos en el aire y después las cambiaban para moldear las visiones que veían en sus trances frecuentes.

            Pero allí, donde nació, solo ha conocido la angustia, el dolor y no sabe por qué razón. Por mucho que piensa no conoce que haya hecho mal a nadie y menos recuerda el haber tenido relación con otros niños que les haya podido sentar mal algunos de sus gestos. ¿Hablar? No sabe lo que es, no se ha escuchado a sí mismo, ningún sonido que pudiera relacionarlo o no sabía, o no podía….Para qué. Su mundo era negro y así quedaría siempre hasta que viajara al infinito, a lo más alto del olvido.

            Recuerda que un día le dejaron en el suelo junto al fuego. Hacía frío. Pero casi no sentía nada. Solo como siempre, algo para poder chupar y llevarse a la boca. Era su única obsesión. Pero escuchó la voz de la que siempre estaba con él, decir algo de viajar, de caminar muchas lunas y que no importaba que la muerte llegara antes, cuando de todas formas ya nos estaba rozando. Claro, no entendía, pero al poco tiempo le envolvieron en un trapo y comenzó este largo suplicio del que aún no ha salido.

           El frío y el calor intenso eran una constante. Casi nunca se descansaba en refugios con techo. Por lo que pudo intuir, eran un grupo de personas. No sabía cuántas, pero el peregrinar hacia la tierra prometida había calado hondo en el poblado y los cuentos traídos por viajeros y chamanes, se habían convertido en realidad. Casi todos los días escuchaba plegarias y lamentos fúnebres. El camino por el cual se dejaban huellas de pies desnudos, también se sembraban de tumbas. Al principio se cantaba casi todo el día, pero después, según pasaban los días y las azadas de la muerte cavaban la tierra seca, las voces fueron difuminándose en el olvido, para dar paso a los suspiros, las toses fuertes y el mudo silencio roto por el llanto.

            Los días se hicieron interminables y las noches frías y angustiosas, sin saber si al despertar el viaje habría terminado por la cantidad de peligros infinitos que acechaban la ya devastada caravana de la esperanza.

            De los pocos momentos en que podía abrir ligeramente los ojos, vio en ocasiones horrores inconfesables, donde la maldad de nuestra propia especie se ensaña en lo más profundo del animalismo bárbaro. Los horrores de este continente a pesar de ser el más rico en recursos naturales que cualquier otro, el ser humano lo degrada, hundiendo la dignidad de todos los seres vivos. En una ocasión tras atravesar un campo de minas y donde  un niño y una mujer cayeron al suelo mutilados, terminando para ellos este viaje, comprendió como había sido una inconsciencia del llamado Dios, el crear un ser tan destructor y con tan poca sensibilidad para apreciar lo más hermoso: la propia existencia de la vida. Pero por cada paso que daban, se encontraban con hechos que superaban a los anteriores. Según se acercaban a una aldea, escucharon gritos y lamentos. Por precaución la pequeña comitiva que aún quedaba, paró entre la maleza selvática y pudieron ver como de manera desgarradora e infame, estaban violando a mujeres y niñas sin pudor y sin caridad por parte de un grupo armado con armas y machetes. Los hombres eran colocados de rodillas, les ponían sus manos en un tronco de árbol y con un machete se las mutilaban, dándoles después una patada y escupiéndoles a la cara. Los que se resistían los asesinaban con un tiro en la cabeza.

            ¿Era mejor tener cerrados los ojos como él hacía en este viaje sin retorno? A veces deseaba no haber emprendido los largos días y noches de frío y sed. Otras, sabía que era la única esperanza de encontrar una luz en sus maltrechas vidas, un oasis de esperanza, un camino para poder al menos sonreír y tocar durante unos segundos la felicidad que le había sido denegada a él y a  lo que quedaba de su familia.

            Pero lo que había podido sentir en aquel instante en que los niños lloraban y las mujeres gritaban de dolor ante el acoso de la brutalidad inhumana de otros humanos, mientras permanecían en silencio escondidos y sin moverse, llenos de miedo y angustia; no existía pensamiento ni palabras para describirlo. Su mente quería quedarse en blanco, sin que los ruidos externos entorpecieran su reposo. Pero esos ruidos penetraban intensamente no solo en el cerebro, sino en el propio corazón, donde en su interior la sensibilidad y todas las virtudes son débiles, compasivas, llenas de pasión y amor, aunque otros corazones fueran lo contrario.

           El tiempo quedo quieto, parado, uniforme, en silencio, roto solo por la caída de una lluvia suave que iba calando hasta en los huesos, dando paso al poco tiempo a una tormenta tropical, donde comenzaban a resurgir por todos los recodos de la selva, pequeños ríos que arrastraban toda clase de naturaleza muerta, dejando claros abiertos de barro rojo, de lodos que lloraban la muerte en la que hacía unos instantes habían sido testigos mudos de un crimen contra la humanidad.

            Se levantaron, salieron de la espesura empapados, tiritando, temiendo que aún quedara alguien armado escondido entre las pocas chozas del poblado. Aunque la lluvia impedía ver con claridad, al menos sentía un frescor que aliviaba la espera tensa. Notó el corazón de su madre como latía con fuerza y sentía como cerraba los ojos cuando pasaban por encima de cadáveres como si fueran troncos de árboles  talados de vida cubiertos con sábanas de barro mortuorias. Había comida, refugio, pero pasaron de largo huyendo de la masacre y temiendo que pudieran volver los ejecutores de una carnicería que no tenía nombre. Solo la bestialidad animal más profunda podría haber hecho semejante sangría. Se internaron nuevamente en la selva sin saber dónde poner sus pies desnudos, con el peligro de pisar serpientes o astillas que les hirieran y fuera el objeto del fin de su viaje. La infección de una herida podría finalizar el sueño de su vida, esa luz de esperanza que se atisba tras cruzar un charco grande en barcas adecuadas. Ya quedaba poco. La lluvia impedía cada vez más continuar y se acurrucaron bajo un árbol. Los más fuertes del grupo arrancaron las hojas más grandes que encontraban, ramas enteras. El fin era triple. Por un lado ponerlas en el suelo para evitar el contacto con el lodo y proteger si cabe el asentamiento provisional. Después comenzaron a poner numerosas ramas tupidas encima  de los que ya descansábamos bajo el árbol evitando de esta forma que la lluvia nos siguiera golpeando y finalmente escondernos, camuflarnos en la espesura ante la eventual posibilidad de que fuéramos descubiertos.

            La noche fue horrible. Todos apretados, cansados, entumecidos….el sol le pegó de golpe en los ojos y los abrió débilmente. Seguían allí, sin casi respirar, intentando escuchar algo anormal, ruidos sordos, tosidos, rotura de ramas, chasquidos en el agua….nada. Se decidió levantar el “campamento” y como un grupo de silenciosos chimpancés, emprendieron en sigilo la marcha.

            El agotamiento se acentuaba a cada hora. Los días pasaban y algunos más habían quedado en el camino exhaustos, rendidos. Solo los más fuertes en el corazón y en sus músculos, llegaron a la orilla de un gran lago, donde muchas otras personas esperaban mirando al horizonte, soñando con alcanzar la ansiada tierra prometida.

            Pero aquí, tras quedar en el camino amigos y familiares, había que salvar otro grave problema sin el cual, jamás llegarían a alcanzar su objetivo. Necesitaban una barca para poder llegar al otro lado, un patrón que supiera el rumbo y les dejara en la otra orilla, donde no existía hambre, donde los niños reían y jugaban con artilugios maravillosos, donde se juntaban para aprender cosas nuevas y donde sus padres traían a casa todo lo necesario para vivir y ser feliz. Atrás había quedado la desesperación, el horror, la muerte, el no ser nada, menos que el polvo del desierto. Ahí estaba, la esperanza, pero tenían que buscar una barca que los llevara como fuera. Muchos se agolpaban con la misma ilusión y todos querían lo mismo. ¿Cómo conseguirlo?

            Su madre no le dejaba ni un momento. Ante la multitud, temía una separación fortuita y había conseguido llegar para salvarle, no para perderle. Pero no sentía nada. Su paladar estaba seco, su saliva hacía días que había desaparecido y las moscas se pegaban buenos festines en los pellejos de sus labios y párpados. Ya no las sentía. Eran parte de su ser.

            No sé cómo lo consiguieron. Pasó  un tiempo donde perdió todos los sentidos, como si se hubiera dormido. Al despertar sintió una sensación casi olvidada. Su piel acartonada se humedecía a cada movimiento brusco. Era una sensación agradable, refrescante. El sabor del agua era diferente, amargo, tirando a salado. Ya no estaba en brazos de nadie.

           Estaba echado sobre ropas también húmedas, frías. Nadie le miraba, solo unas pocas personas parecían luchar con las aguas para evitar volcar. Miró a un lado y conmovido, vio el rostro de su madre con los ojos abiertos, quieta, fría, rígida. Casi el agua le cubría entera. ¿Era esa la muerte? Su cuerpo tembló de miedo, de oscuridad, lamentos y dolor. No pudo más. Cerró de nuevo los ojos y de ellos brotó una única lágrima que pudo destilar en su extrema amargura.

            De pronto los abrió. Su cuerpo parecía elevarse. Una sensación única le hizo mirar hacia abajo y allí estaba la barca, con personas remando y numerosos cuerpos arrinconados en lo hondo y entre ellos…….sí, entre ellos había niños, uno era él ¿Por qué se reconocía así mismo?… ¿pero entonces? No sentía hambre, ni sed, tenía fuerzas…era la felicidad….sí, esa que su madre y él habían pasado calamidades para conseguirlo….era cierto. Existía un mundo mejor. Se encontraba feliz. Al mirar de nuevo a lo alto, vio a su madre que le deba la mano, que sonreía….y estaba preciosa, muy guapa…con esos ojos que siempre había querido….y también reía, si, reía…que sensación más extraña y conmovedora. Que felicidad.

            Cogió la mano de su madre y juntos marcharon a ese otro lado del que tanto les habían hablado.

martes, octubre 27, 2020

La crueldad neuronal en la cautividad de seres vivos




¿Qué sentido tiene observar a un ser vivo sacado de su hábitat, triste, sin poder disfrutar su vida en toda su plenitud, sin aprender los métodos necesarios para la subsistencia ni oler el verdadero aroma de la libertad? ¿Qué educación estamos dando a nuestros hijos al llevarlos como si de una diversión se tratara, observando a seres cautivos encerrados en espacios pequeños que nos miran con desgana o están tumbados, desganados y afligidos? ¿Cómo tenemos la osadía de ver espectáculos circenses con delfines que han sido sacados del mar muchos de ellos y encerrados en piscinas diminutas obligándoles a realizar comportamientos ajenos de su especie a base de mantenerlos hambrientos? Aún la sociedad humana tiene mucho que aprender en el respeto a la naturaleza y a la vida misma, en la estima a nuestra especie y a las otras, en tener empatía y romper esa barrera de las especies que siempre hemos marcado con líneas rojas y que en el siglo XXI deben ser difuminadas y convertidas en puentes verdes de comprensión y amor.

 

           

Antes se capturaban a gentes de los pueblos indígenas considerados inferiores a los humanos y se les mostraba al público su forma de vida en contra de su voluntad. Esclavos de una sociedad que iba conociendo otros mundos dentro del nuestro, otras formas de vida que para ser mostradas se les arrancaban de su lugar de origen y la llevaban hasta a sus propias casas sin necesidad de viajar. En Madrid (España), en la llamada Casa de las Fieras del Parque del Retiro en pleno centro de Madrid en el siglo XIX, se mostraban incluso a una familia de Inuits (no les gusta que se les llame esquimales que significa “comedor de carne cruda”) con las pieles puestas en pleno verano y anunciando incluso en los periódicos a la hora que iban a comer, muchos murieron. No sólo en España sino en Europa también. Hoy, esta práctica nos parecería abominable, como seguramente nos parecerá abominable cuando las generaciones futuras estudien y comprendan lo que es un zoológico y como se trataban a unos seres vivos por mera diversión, bajo la cortina de la educación o la conservación de especies y ocultando los informes científicos como el que vamos a analizar en el que nos abren los ojos a la verdadera realidad de lo que significa tener a seres vivos en cautividad.

             Un informe detallado escrito por Bob Jacobs, profesor de neurociencia de Colorado College en conjunto con la Doctora Lori Marino, presidenta del Whale Santuary Project y ex profesora principal de la Universidad de Emory, aclaran que mantener  a los grandes mamíferos en zoológicos y acuarios daña sus cerebros. La cautividad ejerce una presión cruel neuronal en ellos. Y lo explican con todo lujo de detalles. Estos estudios científicos que existen y muchos, no interesa que sean traducidos o que lleguen a los ciudadanos. Existen muchos intereses económicos detrás de todo ello.

             Bob nos dice que tras décadas de estudiar el cerebro de humanos, elefantes africanos, ballenas y otros mamíferos grandes, ha notado la gran sensibilidad del cerebro y los impactos graves en su estructura viviendo en cautividad. Muchos animales como los elefantes padecen artritis, obesidad o problemas cutáneos. Tanto los elefantes como las orcas suelen tener graves problemas dentales y las orcas en concreto en cautividad  padecen neumonía, enfermedades renales e infecciosas, así como gastrointestinales. Para estos científicos, muchos animales intentan hacer frente al cautiverio adoptando comportamientos anormales. Algunos desarrollan “estereotipias”, que son hábitos repetitivos y sin propósito concreto como mover constantemente la cabeza, balancearse incesantemente o masticar los barrotes de sus jaulas. Otros, especialmente los grandes felinos, deambulan por sus recintos muchas veces en círculo y otros muchos comportamientos que no se dan en libertad. Esta investigación neurocientífica indica que vivir en un entorno cautivo empobrecido y estresante daña físicamente el cerebro.

 

            

Lori y Bob afirman que subsistir en cuartos confinados y estériles que carecen de estimulación intelectual o contacto social apropiado parece adelgazar la corteza cerebral, la parte del cerebro involucrada en el movimiento voluntario y la función cognitiva superior, incluida la memoria, la planificación y la toma de decisiones. De igual forma, los capilares se encogen, privando al cerebro de la sangre rica en oxígeno que necesita para sobrevivir. Las neuronas se vuelven más pequeñas y sus dendritas, las ramas que forman conexiones con otras neuronas, se vuelven menos complejas, lo que afecta la comunicación dentro del cerebro. Como resultado, las neuronas corticales de los animales cautivos procesan la información de forma menos eficaz que las que viven en entornos enriquecidos y más naturales.

 

            Debido a estas anomalías cerebrales que el informe nos indica, puede hacer que en ocasiones su comportamiento pueda ser violento y que muchos accidentes que se originan en la industria del “entretenimiento animal”, sean producidos precisamente por las alteraciones neuronales que la cautividad produce a ciertas especies de animales, sobre todo a los grandes mamíferos entre los que se incluyen los grande simios.

 

           

El informa continua expresando que la salud del cerebro también se ve afectada por vivir en lugares pequeños que no permiten el ejercicio necesario. La actividad física aumenta el flujo de sangre al cerebro, que requiere grandes cantidades de oxígeno. El ejercicio aumenta la producción de nuevas conexiones y mejora las habilidades cognitivas. En sus hábitos nativos, estos animales deben moverse para sobrevivir, recorriendo grandes distancias para alimentarse o encontrar pareja. Los elefantes generalmente viajan entre 15 y 120 millas por día. En un zoológico, tienen un promedio de tres millas diarias, a menudo caminando de un lado a otro en pequeños recintos. Una orca libre estudiada en Canadá nadó hasta 156 millas por día; mientras tanto, un tanque de orca promedio es aproximadamente 10,000 veces más pequeño que su área de distribución natural.

             Respecto a los grandes simios y en conexión con este informe, no solo necesitan entretenimiento, sino poder interactuar subiendo a los árboles, buscando comida y haciendo sus nidos nocturnos, patrullando su territorio y en contacto permanente con su familia, con su cultura, solucionando problemas y jerarquías, buscando nuevos territorios de asentamientos como lo hacían los hombres prehistóricos. La cautividad en los grandes simios afecta de forma igual a la salud y al cerebro como le puede afectar a un ser humano, dada la completa semejanza de nuestros organismos al tener un mismo ancestro común. La tristeza, el dolor de las separaciones de familia y muchas otras capacidades cognitivas son iguales a las nuestras. ¿Cómo estaríamos nosotros encerrados  de por vida en jaulas de noche o durante los días del cierre del establecimiento y durante el día compartir un espacio reducido por muy bonito que nos lo quieran pintar?

 

           

Para Bob y Lori lo tienen claro. Vivir en recintos que restringen o impiden el comportamiento normal genera frustración y aburrimiento crónicos. En la naturaleza, el sistema de respuesta al estrés de un animal lo ayuda a escapar del peligro. Pero el cautiverio atrapa animales que casi no tienen control sobre su entorno. Estas situaciones fomentan la indefensión aprendida, impactando negativamente el hipocampo, que maneja las funciones de la memoria, y la amígdala, que procesa las emociones. El estrés prolongado eleva las hormonas del estrés y daña o incluso mata neuronas en ambas regiones del cerebro. También altera el delicado equilibrio de la serotonina, un neurotransmisor que estabiliza el estado de ánimo, entre otras funciones. En los seres humanos, la privación puede desencadenar problemas psiquiátricos, como depresión, ansiedad, trastornos del estado de ánimo o trastorno de estrés postraumático. Es probable que los elefantes, las orcas y otros animales con cerebros grandes reaccionen de manera similar a la vida en un entorno muy estresante.

            En el estudio advierten que  la corteza cerebral, el hipocampo y la amígdala se alteran físicamente por el cautiverio, junto con los circuitos cerebrales que involucran los ganglios basales. La evolución ha construido cerebros animales para que respondan exquisitamente a su entorno. Esas reacciones pueden afectar la función neuronal activando o desactivando diferentes genes. Vivir en circunstancias inapropiadas o abusivas altera los procesos bioquímicos: Interrumpe la síntesis de proteínas que construyen conexiones entre las células cerebrales y los neurotransmisores que facilitan la comunicación entre ellas.

 

           

El informe científico finaliza afirmando que algunas personas defienden mantener animales en cautiverio, argumentando que ayuda a conservar especies en peligro de extinción u ofrece beneficios educativos para los visitantes de zoológicos y acuarios. Estas justificaciones son cuestionables, especialmente para los grandes mamíferos. Como muestra nuestra propia investigación y el trabajo de muchos otros científicos, enjaular grandes mamíferos y exhibirlos es innegablemente cruel desde una perspectiva neuronal. Causa daño cerebral. Y aluden que para los animales que no pueden ser libres, existen hoy día santuarios bien diseñados.

             Sin duda, los ciudadanos, somos los únicos que podemos parar esta forma de ver a los animales en el siglo XXI. ¿De qué forma? Mediante la educación primeramente a los más pequeños para hacerles ver que los animales que están encerrados y realizando cabriolas impropias de su especie, están sufriendo y son meros cromos sin vida quitándoles el sentir de su propia existencia como individuos que sufren y sienten. En segundo dirigido más bien a los adultos, para que no visiten las cárceles de animales, donde sus vidas no tienen sentido y mueren poco a poco de aburrimiento y de soledad.

 

           

Mientras que haya cientos de personas que sigan visitando los zoológicos o circos con animales, estos van a continuar con el negocio por mucho que nos pongamos en sus puertas con pancartas para que la gente no entre o se conciencie. A veces incluso, dependiendo de la forma que sea esa protesta, puede incluso plantear rechazo entre los visitantes o en los medios de comunicación, con el consecuente golpe de efecto contra los defensores de los animales y en beneficio de la industria.

             Le educación es la herramienta principal e imprescindible para poder combatir contra la cautividad y el maltrato de los animales. Una educación que primeramente debería ser impartida por los propios padres a sus hijos y por otro dirigida a los Institutos y Universidades para cuando sean padres saber que en ese lugar donde se encuentra un elefante, un chimpancé, un delfín o un lobo, detrás de las instalaciones por muy bonitas que nos la quieran pintar, existe una cautividad y un maltrato psicológico continuado. Seres que han perdido todo sus instintos porque se lo dan todo hecho habiéndoles obligado a ser dependientes de los humanos,  seres tristes que deambulan de un lado a otro con estereotipos marcados profundamente o tumbados esperando la comida y que cuando llega el cierre al público, se les encierra en habitáculos pequeños, fuera de lo idílico que podamos ver en las instalaciones exteriores. Educación en todos los ámbitos de la sociedad. Contra el poder económico no podemos luchar. Contra la ineptitud de los políticos no podemos luchar. Pero con nuestras acciones conjuntas podemos derrotar esta forma de ver la vida salvaje unida al sufrimiento y cerrar sus verjas quedando las jaulas vacías para siempre.

 

           

 No se trata en ningún momento de no permitir que los pequeños desconozcan que fuera de las ciudades, en las selvas y ecosistemas, existen animales sorprendentes como el león, el gorila  o la jirafa que tanto les han acompañado de bebes en sus peluches o juguetes. Se puede viajar a verlos en su hábitat y en caso de no poder hacerlo hay otras formas de ver a los animales en libertad sin necesidad de tener qué conocerlos en un zoológico. Por ejemplo los documentales  y si quieren pasárselo mejor que estar viendo barrotes y detrás de los mismos a figuras tristes, entrar en su propio mundo mediante espacios virtuales, mediante hologramas. Es lo que se propone desde el ZOOXXI  y de hecho ya existen numerosos vídeos en las redes de estos hologramas impresionantes en Japón donde puedes experimentar como salta una ballena jorobada  o como se acerca a ti un dinosaurio o un oso enorme polar.

            

 Los zoológicos actuales deberían reconvertirse y quedar solo para las especies autóctonas de la zona con intención de reintroducción  y disponer de espacios o cuartos que pueden llamarse de los diferentes ecosistemas, ponernos nuestras gafas virtuales y poder entrar en la selva, ver a los animales de cerca, sentir y escuchar el sonido de la selva, sus cantos, el ruido de los ríos hasta casi poder tocarlos. O sumergirte en un submarino y ver la fauna marina, nadar junto a los delfines, ver de cerca a las ballenas, a los bancos de peces. Seguramente que esta clase de zoológico del futuro, el niño y el adulto disfrutarían mucho más que ver un pobre bulto tumbado en el suelo o un tigre dando vueltas de forma constante. En este zoo virtual del futuro, podríamos incluso tener la información directa de cada especie, sus características, disfrutar de un paseo virtual a los ecosistemas del mundo. Seguro que este sistema sería más rentable que el que ahora donde miles de animales padecen en cautividad con un sufrimiento como el que nosotros experimentaríamos si nos ponen de por vida encerrados en un espacio diminuto. Además sería con toda seguridad más económico de mantener y con mucho más beneficio para la industria del entretenimiento. No se pretende cerrar los zoológicos de golpe, ni que desaparezcan, ni que sus trabajadores se queden sin trabajo. Se trata de reconvertirse, de hacer un mundo animal más justo, de respetar la vida, de crear nuevas formas de entretenimiento virtual más divertida para los visitantes y los niños, más educativa e informativa, con menos riesgos de peligros y más fácil el mantenimiento. Diseñar parques temáticos virtuales, ecosistemas visitables con gafas tridimensionales, todo un mundo animal volcado en hologramas. ¿No sería mejor esto que ver a un león tumbado en la hierba sin ganas de hacer nada, a un chimpancé hermano nuestro cautivo, a un elefante triste o a unos delfines en una piscina diminuta?

 

            

Cometimos un error al mantener a pueblos indígenas cautivos como si fueran seres extraños de otro mundo para verlos sin tener que viajar a tierras lejanas. No cometamos el mismo error con los seres vivos que hoy están cautivos en muchos centros  en condiciones unos mejores  y otros peores. Las generaciones futuras sin duda nos juzgarán por el daño que hoy estamos infligiendo a los seres vivos al mantenerlos en cautividad para el disfrute de nuestro ego.

 https://theconversation.com/the-neural-cruelty-of-captivity-keeping-large-mammals-in-zoos-and-aquariums-damages-their-brains-142240?fbclid=IwAR0C0Hf-o-sSr2R4q-j6EMB8r1l7E0nYvR6MTtwsEvzs0qP5lCOMJs_jpOE

domingo, marzo 01, 2020

TU PRESENCIA


Quiero sentir tu presencia, unir nuestros mundos separados. Gritar al mundo que el amor es una semilla que crece hasta alcanzar tu corazón y amar ciegamente, sentirte amado, pensar el uno del otro y andar por caminos y senderos de felicidad.

Cuando paseo bajo los árboles, guardianes de ambos universos que nos separan y siento el olor a vida en esa otra dimensión en la que vive el reino vegetal más lentamente; cuando su verdor y su sabia me dan la bienvenida  en el mundo mágico de la naturaleza; cuando el colorido explota en cada paso del camino y el arco iris  salvaje se mezcla entre los cantos de los pájaros; cuando observo una abeja ir de flor en flor buscando el néctar de la existencia y ésta le regala el polen para sembrar el fruto de la belleza; cuando la nostalgia se apodera de mis palabras y buscan en mi interior un hueco en mi corazón……, entonces amor mío es cuando siento tu presencia, es cuando las lágrimas brotan de mis cansados y viejos ojos y te buscan para convertirse en ríos de esperanza y en tristezas desoladas por tu ausencia.

Quiero entender o tal vez creer que mientras el sonido del bosque me saluda a cada paso, allí estás tú, caminando junto a mí, con tu impresionante hermosura a pesar de que la soledad irrumpe hirientemente en nuestras vidas separadas.

No puedo entender cómo se puede ejercer violencia física o psíquica a seres que en un día se amaron y que ahora intentan cambiar rumbos sin treguas  ni acuerdos comunes. No puedo entender la violencia de los humanos, la ira y la venganza, el odio y el engaño, el olvido y el desprecio. No puedo entender que el amor pueda romperse en mil pedazos convirtiéndose en barro putrefacto y escoria. El amor es más que todo eso, es la comprensión, el perdón, seguir caminos separados si es necesario pero sin que una gota de sangre o lágrima pueda empañar la sin razón de lo lógico en un mundo ya de por sí angustiado y perdido.

Ojalá estuvieras a mi lado, seguir dando pasos juntos en el camino de la vida y de las ilusiones, poder juntos superar las montañas inciertas o navegar dulcemente en las tranquilas aguas de nuestro velero.

Sin embargo me toca coger la barca en solitario y adentrarme remando con la sola fuerza de mis brazos pero con tu recuerdo en mi pecho, sin poder sentir tu mano o tu suspiro, tu piel o tu voz, tus consejos o tu sonrisa.

Lágrimas secas que ahogan mi corazón en cada mañana, que buscan en tus ojos  una linda mirada y solo encuentro la oscuridad y el sabor amargo de la soledad. Noches donde me despierto y quisiera escuchar tu respiración, sentir el calor de tu cuerpo, soñar juntos proyectos donde la fuerza de nuestros besos superara las oscuras tinieblas de lo desconocido.

Sí, es triste levantarme en cada rayo de la mañana con la alegría de un nuevo día y descubrir al instante que tu presencia se ha difuminado en el dolor continuado de una separación forzada, inesperada, dolorosa de llantos amargos en un jardín donde las flores palidecen por no poder sentir tú acaricia por tu ausencia.

Pero allí, en medio del bosque del amor, tu latir  se hace más intenso y sé que allá donde estés, las estrellas infinitas son nuestro amor fundido en el universo.

PEDRO POZAS TERRADOS


viernes, febrero 21, 2020

EL CORONAVIRUS ¿POR QUÉ?


Por mucho que el hombre con toda su tecnología se empeñe EN levantar muros y fronteras a la naturaleza, ésta con su fuerza única y potente, derrumba el ego humano y reconquista su espacio que le ha sido robado. Ella debe de tener el respeto sagrado de los hombres y nuestras leyes y constituciones deben otorgar derechos inviolables a nuestra madre la Tierra.

            Bajemos del pedestal arrogante que nos atribuimos desde el mismo momento en el que nos denominamos sapiens. Lo queramos o no, somos el último eslabón de la vida. Dependemos totalmente del resto de los eslabones que forman la cadena de nuestra existencia. Si faltara uno de ellos, nuestra especie desaparecerá y parece que somos tan inútiles e insensatos que estamos procediendo ciegamente a cortar el vínculo de nuestra cadena vital.

            No respetamos los ciclos naturales de nuestro planeta. Agotamos la tierra en la agricultura forzándola y empobreciéndola y después lo remediamos con sustancias químicas para que las producciones agrícolas intensivas aceleren antinaturalmente perdiendo sustancialmente los beneficios biológicos que la misma tierra bien tratada nos daría. Estamos sumergidos en una explotación sin límite creyendo que los recursos naturales son infinitos. Pero estamos equivocados. Nuestros pasos acelerados pisotean los derechos del planeta y éste se revuelve violentamente contra nuestra poca sabiduría.

           Estamos viviendo una nueva pandemia en la que miles de personas están infectadas y cientos de ellas están muriendo en China y en algunos otros países. Se habla mucho de los casos que día a día se está produciendo en el mundo, pero casi nadie habla del origen y el porqué de todos estos brotes que se van a acelerar sin duda como consecuencia del cambio climático.

            La caza furtiva y el tráfico de especies son el tercer negocio ilegal más importante en el mudo pero que sin duda es el primero que causa graves efectos contra la biodiversidad y los ecosistemas del planeta. Dentro de este tráfico, además de para comer la carne exótica de las especies o utilizarlas para zoológicos o colecciones privadas, es usada también para medicina tradicional muy arraigada en la cultura africana y sobre todo en la asiática.

            El Pangolin, del que  según algunos estudios puede venir el virus del Coronavirus, sus escamas que recubren todo su cuerpo, son molidas y según dicen ayuda en la lactancia, la artritis y otra serie de enfermedades en las que para nada está demostrado su beneficio. De los cuernos de los rinocerontes y los huesos de los tigres molidos, dicen tener propiedades sanadoras. De la extracción de la bilis de los osos malayos o tibetanos, creen que cura las enfermedades hepáticas del hombre. Se come sopa de murciélagos en las que se cuecen enteramente con el animal entero. Dan de comer renacuajos vivos a los niños como si de una medicina se tratara. Carne de serpiente, insectos, gusanos, todo tipo de anfibios. Y todo ello en mercados sin ningún tipo de control sanitario, con una permisividad de las autoridades muy alta, mezclado con animales muertos y vivos. ¿Qué podemos esperar de todo ello?

            En África, en los mercados, se come todo tipo de primate cazado ilegalmente. Sin ninguna medida de seguridad. Las compañías madereras según van avanzando y destruyendo las selvas, en lugar de abastecer de comida a sus empleados de  un origen seguro, organizan batidas en la selva matando todo lo que se mueve. Es más económico y más rápido. El desprecio por la naturaleza y los seres vivos es total.

            En los últimos 50 años, una serie de enfermedades infecciosas ha saltado de los animales a los humanos, mutando los virus que se encontraban latentes en las especies masacradas. No nos damos cuenta o si pero lo queremos ignorar, que los virus son inteligentes, quieren sobrevivir y no morir. Muchos de ellos se encuentran en las especies de origen de forma latente, es decir, no les hace daño ni les estorba, pero están vivos y activos. Pero cuando sienten que la especie donde habitan está desapareciendo, se traslada a la que parece que es más fuerte y muta para su supervivencia. Se ha dado el caso de que el virus del murciélago ha pasado a la serpiente y de ésta con doble mutación se ha establecido en el hombre.

            En 1980, se dijo que el Sida procedía de los simios y sin embargo a éstos no les pasaba nada teniéndolo. Pandemias como la gripe aviar (2004-2007) estaba instalada en los pájaros y de éstos pasaba al hombre. La llamada gripe porcina en 2009. El SARS (Síndrome respiratorio severo) que originó más de 1000 muertos procedía de los murciélagos. El Ébola, que actualmente aunque las noticias no lo informen, siguen matando a miles de personas en África, ha podido venir de comer primates.

           Por todo ello, no entiendo como las Autoridades del mundo no se reúnen para tratar el comercio ilegal de especies y sobre todo el comercio en los mercados de todo tipo de animales exóticos sin que exista una regulación internacional de seguridad para evitar las pandemias existentes y que de sobra es conocida la procedencia de las mismas. Sin embargo, en lo referente a España, el Plan de Acción contra el Tráfico Ilegal y el Furtivismo Internacional de Especies Silvestres  dependiente del Ministerio de Transición Ecológica y en la que Proyecto Gran Simio está como una entidad colaboradora, se encuentra realizando grandes esfuerzos en esta lucha que debe ser ejemplo al resto de los países de la Unión Europea y del mundo. Solo así, con colaboración de organismos oficiales y de la sociedad civil, podremos vencer la batalla al tráfico de la vida.

            El cambio climático y la destrucción de las selvas tropicales, está acelerando los procesos de emergencia sanitaria mundial. Parece que la Tierra se defiende. Aún no sabemos las consecuencias que tendrá el Coronavirus detectado en China. Ésta ya tiene grandes pérdidas económicas con un país que se encuentra paralizado y con miedo. Donde sus ciudadanos están abandonando a muchos animales que tenían como mascotas por el temor del contagio. Cientos de ellos vagan por las calles abandonados. Nadie los recoge. Son también víctimas indirectas de esta epidemia generalizada. Espero que las Autoridades Chinas tomen nota del origen de la pandemia y que se tenga un exhaustivo control en los mercados sobre la venta de animales exóticos vivos y muertos. Y que el resto de los países ante lo evidente, tomen conciencia. Hoy tal vez el Coronavirus pueda ser neutralizado tras miles de muertos humanos. Pero la próxima puede que el ser humano sea exterminado con algún otro virus más letal. La Tierra no cabe duda que se defiende y que toma todos sus recursos posibles para curarse así misma eliminando a su agresor. No tengamos tanto ego como decía al principio y hagamos la paz a nuestro planeta que por otro lado, es la única casa que tenemos, el único hogar y el único que nos da el sustento para poder vivir.

           Debemos porque es justo y necesario, luchar por los derechos de nuestra Tierra. Sin su agua, sin sus árboles y vegetación, sin sus seres vivos, el hombre no sería nadie. No podemos caminar al revés de nuestro conocimiento y sabiduría. Sabemos lo que está bien y lo que está mal. Pero estamos inmersos en una sociedad neoliberal donde prima lo económico y el poder en lugar de la razón y el bienestar. Debemos cambiar, volver sobre nuestros pasos y tomar el rumbo hacia el verdadero sendero de la humanidad, donde el respeto y la empatía deben ser las principales brújulas de nuestra navegación.

PEDRO POZAS TERRADOS

Director Ejecutivo del Proyecto Gran Simio (GAP/PGS-España)