domingo, diciembre 18, 2016

LA ERA DEL ANTROPOCENO

En la generación que nos ha tocado vivir, estamos siendo testigos directos de grandes cambios a nivel planetario que está afectando el camino equivocado de la humanidad. Desde el nacimiento de la revolución industrial allá por el año 1.800, el ser humano no ha dejado de emplear sus nuevas tecnologías contra los intereses del planeta que son los seres vivos de la Tierra. Con las grandes máquinas y fábricas inventadas para una producción más rápida y una explotación de los recursos naturales como nunca lo había hecho ninguna otra especie, comenzamos a cambiar nuestro entorno de una manera rápida sin darnos cuenta o pasando por alto, las graves consecuencias que estábamos infringiendo en nuestra propia casa. Hoy en día nos encontramos en una encrucijada que ningún político quiere poner sobre la mesa ya que entonces debería sin duda tomar decisiones muy drásticas contra muchas de las multinacionales responsables de esta emergencia planetaria que está arruinando la convivencia de las naciones. 

           Fue el Premio Nobel Paul Crutzen el que introdujo el término Antropoceno (del griego ánthrôpos, hombre), viendo la necesidad de introducir este nuevo concepto para describir los cambios experimentados por nuestro planeta desde hace dos siglos debido a las acciones humanas. Hoy día, científicamente se acepta que el hombre es responsable de muchos de los problemas que estamos teniendo a nivel planetario y que afecta sin duda a las sociedades humanas, entre ellos el cambio climático. Por ello, muchos científicos ya afirman que estamos en la era del Antropoceno, la era en el que una sola especie está acabando con todas las demás, con los recursos naturales y forzando el cambio de global que durante muchos siglos nuestro planeta ha elaborado para estabilizar la vida en su interior.

           Como consecuencia de todo ello, nos enfrentamos a conflictos de todo tipo, desde guerras devastadoras a menudo asociadas con el interés de controlar las materias primas, a actividades mafiosas y empresas trasnacionales que imponen sus intereses particulares escapando de todo control democrático. Según se vayan agotando los recursos finitos naturales, el incremento agresivo del ser humano se pronunciará cada vez con más violencia hasta poner en peligro el camino evolutivo del ser humano, un sendero que ya está dejando millones de cadáveres en el camino y la desaparición de cientos de especies rompiendo de esta forma la cadena ecológica de los ecosistemas.

De todo ello, somos conscientes y testigos directos, pero también mudos y a veces mirando a otro lado mientras que no salpiquen nuestra estabilidad y forma de vida. Los políticos responsables de ello, agachan la cabeza porque no están presionados por los ciudadanos y actúan siempre en beneficio de sus partidos, para obtener el poder y cegar a los ciudadanos que cada vez con más frecuencia nos ponemos el antifaz de la ignorancia premeditada. No verlo ni ser consciente de ello significa el suicidio colectivo de una sociedad creada en los cimientos del derroche y de un poder económico que arrasa las voluntades de nuestros representantes legítimos en contra del bienestar de todos nosotros.

En los últimos 50 años del siglo XX, hemos asistido a una impresionante expansión de la industria química que ha afectado gravemente nuestras vidas y la de los ecosistemas de nuestro planeta. En la actualidad circulan en nuestro mundo alrededor de 140.000 sustancias químicas de carácter más o menos nocivos que se han sacado al mercado sin ningún tipo de control y sin el principio de precaución que debe de imponerse en toda sustancia creada por el hombre e incluso sustancias que van directamente a nuestra alimentación diaria, que entran en nuestras casas, que restregamos en nuestra piel. Ello ha provocado que las enfermedades por exposición ambiental a las sustancias químicas se hayan disparado y el cáncer  y otras disfunciones  inmunológicas, reproductivas y neurológicas, estén alcanzando cifras epidémicas. Esta irresponsabilidad recae directamente en la falta de legislación y las pocas ganas que tienen los políticos en regular contra las actividades de las multinacionales responsables de la mayoría de los problemas actuales del mundo. Como pago a sus servicios, muchos políticos entran después en consejos de administración de las grandes empresas como ocurre en España, mientras la era del Antropoceno avanza y nos lleva al borde de una salida que no tiene suelo firme.

En este mismo periódico de Norte Noticias, he denunciado más de tres veces la existencia de unas minas de Wolframio abandonadas en el Monte de San Pedro, donde existe toneladas de residuos al aire libre altamente contaminantes de arsénico y que pone en peligro la salud de las personas, de los animales y de los acuíferos de la zona incluyendo nuestro municipio. Al no existir presión social sobre el tema, los políticos callan, esconden la cabeza o apuntan hacia otro lado, sin importarles buscar una solución. Tiene que venir una presión social para que estas actitudes cambien. De igual forma ocurre con el Aula de Medio Ambiente de Las Vaquerizas, un lugar que es de los ciudadanos de Tres Cantos y que sin embargo está totalmente infrautilizado. El Medio Ambiente, su protección, la educación y la cultura parecen no ser preferente en este periodo que nos ha tocado vivir. Pero la culpa no es de ellos, la culpa es nuestra por callar, por no levantar nuestras voces, por no exigir lo que es nuestro, por no luchar por nuestra salud y bienestar, por cerrar los ojos ante los atropellos que recibimos por parte de los que se creen superiores a nosotros cuando deben ser nuestros servidores ya que les pagamos nosotros y ellos son simples trabajadores al servicio de su pueblo.

El hombre está cometiendo un golpe de estado biológico contra el propio planeta en una masiva extinción de especies y poniendo al resto al borde de su desaparición alterando con ello el sistema biológico natural y perturbando gravemente la biosfera. Además se está llegando a la insostenibilidad de la industrialización de la agricultura, explotación de bosques y pesquerías. Este progresivo colapso ha adquirido una dimensión nunca vista hasta ahora  a lo largo de la historia de la humanidad, provocando una de las grandes trastornos históricos de la flora y la fauna mundiales que corre paralela  a la gravísima pérdida de biodiversidad planetaria y todo ello unido, junto con la capacidad de alteración de la citada biodiversidad que tienen los organismos genéticamente modificados  y que se está difundiendo por parte de la industria biogenética y permitida por los parlamentos del mundo, hacen que nos enfrentemos a un futuro incierto si no se toma otro rumbo de una forma radical. Lo grave es que sabiendo todo esto, no exista un debate político-social de trascendencia para nuestro futuro y el de nuestra propia especie.

Podemos seguir hablando y poniendo sobre la mesa muchos de los otros problemas derivados de la intervención del hombre como la gravedad en la obtención del coltan de sangre que es utilizada en la fabricación de nuestros móviles y otros elementos tecnológicos, la escasez del agua potable, el gran negocio del deterioro ambiental, el asesinato de líderes campesinos e indígenas por la lucha de sus tierras, la explotación masiva de los mares, la contaminación de las ciudades donde mueren miles de personas al año, la contaminación de nuestros alimentos por los productos químicos y por los fitosanitarios debido a la agricultura y ganadería intensiva, la deforestación, el uso de energías sucias existiendo las energías libres y renovables…..y muchos otros temas graves que juntos, amenazan la existencia de nuestro planeta. Si a todo ello unimos el despiadado comportamiento del hombre matando a sus semejantes en guerras interminables, violando los derechos humanos, matando a niños y mujeres, arrasando a poblaciones enteras, gobiernos corruptos y dictadores que emplean la fuerza contra su pueblo…..la crisis mundial se hace más evidente y la era del Antropoceno más real de lo que pudiéramos pensar.

¿Seremos capaces como sociedad parar este brutal atropello a los derechos propios de la existencia de la vida? ¿Tendremos la suficiente responsabilidad para ponernos al mando de la nave Tierra y desviar su trayectoria  de caída hacia el caos planetario? Ya hemos traspasado el retorno, no hay vuelta atrás pero podemos al menos mitigar las consecuencias si entre todos remamos a la misma dirección, si el timón de la vida se convierte en esperanza y en lugar de estrellarnos contra los arrecifes de la inconsciencia, ponemos proa hacia la estabilidad planetaria, hacia el puerto de la razón y el respeto, hacia la conservación y protección de nuestro entorno con todas sus consecuencias. Si no lo hacemos así, si no vemos la verdad en nuestros ojos, esta era del Antropoceno será el ataúd de nuestros propios principios de insolidaridad, de nuestro pasotismo ante una realidad que nos han querido ocultar. No podemos seguir apoyando a representantes de la sociedad que miren hacia otro lado en estas cuestiones tan importantes como el respeto y protección de nuestra propia frágil casa. No tenemos un planeta B, ni la tecnología suficiente para huir y buscar otros asentamientos planetarios. No podemos dejar que nuestros corazones y mentes no sientan lo que está ocurriendo ni que nuestros ojos permanezcan ciegos ante el cúmulo de graves problemas con los que nos vamos a enfrentar. Tal vez ahora, en la parte en este lado del mundo, no lo sintamos aunque estamos recibiendo ya los coletazos de las consecuencias climáticas. Por ahora. Pero llegarán y habremos perdido la oportunidad de poder cambiar nuestro futuro y llamarnos de verdad “humanidad”.



El estar viviendo dentro de la era de Antropoceno, nos debería poner en guardia y obtener la suficiente habilidad y experiencia como intentar acabar con esta penosa epopeya ecocida del hombre y volver a la placidez de un mundo donde todas las especies y ecosistemas puedan subsistir en paz. Tal vez es difícil plantearlo de esta forma, pero si los gobiernos y políticos quisieran, el mundo podría cambiar de la noche a la mañana. Si no lo hacen es porqué el propio hombre ha perdido su identidad en la vida y el poder económico ha envenenado sus venas hasta dejarle completamente sin voluntad alguna, sin sabiduría y sin capacidad de reaccionar, pasando a ser un estorbo inútil que la propia Tierra se encargará de limpiar.


PEDRO POZAS TERRADOS (NEMO)