domingo, febrero 04, 2007

AÑO 2006: EL DESPERTAR DE LA CONCIENCIA ANIMAL

Ha finalizado el año 2006 con algo muy importante en cuanto a la revolución moral y ética del ser humano: los derechos de los animales. El hombre ha evolucionado gracias a ellos, a su manipulación, a su sufrimiento. Si echamos una mirada a nuestro alrededor, vemos que muchos productos, cosas y entornos, están ligados a nuestra vida cotidiana de una forma natural: filetes en nuestros platos, pieles en lo zapatos y ropas, objetos procedentes de partes o derivados de ellos (collares, pulseras, cajas, figuras, trofeos, adornos..), cosmética, biomedicina, avances médicos gracias a los de sin voz y hasta en los instrumentos musicales como pelo de caballo para el arco de los violines. Los estamos utilizando para todo y sin embargo, egoístamente no somos capaces ni tan si quiera de concederles el más mínimo bienestar animal, es decir, que dentro de su destino y esclavitud, al menos fueran tratados con dignidad.

El año 2006 ha pasado a la historia animalista en cuanto a los derechos de los de sin voz. Comenzó el 25 de abril, donde los responsables del Proyecto Gran Simio lo dieron a conocer nada más y nada menos que en el Congreso de los Diputados a raíz de una Proposición No de Ley presentada por el Partido Socialistas en la que se pedía que el Gobierno se implicara más en la conservación de los grande simios en sus lugares de origen y de los cautivos en los zoológicos y circos de nuestro país. Hubo un gran debate nacional, donde los medios de comunicación informaron unos en contra entrando en la ridiculez de sus informaciones y otros en los verdaderos objetivos de ese Proyecto loable en la que cientos de científicos de todo el mundo lo apoyaron de inmediato. Traspasó la barreras de las fronteras y las agencias del mundo lanzaron la noticia positiva de que en España se estaba debatiendo los derechos de los animales. Es cierto que hubo una corrientes de columnistas, chapados a la antigua, que pusieron sobre el tapete la discusión aún no cerrada desde que hace 150 años, Darwin dijera que procedíamos del mono. Pero escritores, científicos, antropólogos, periodistas, juristas, catedráticos, algunos políticos...apoyaron de inmediato al Proyecto y hoy es historia y recogido en los anuarios de las enciclopedias que han cerrado el pasado año.

Más tarde les ha seguido las numerosas manifestaciones contra el maltrato que se han realizado en España, donde una vez más se ha pedido la protección no sólo de los animales domésticos sino de todos los animales en general y que sea tipificado como delito lo que ahora sólo es para los animales domésticos.

El año ha terminado con las declaraciones valientes de la Ministra del Medio Ambiente en la que no esta de acuerdo con las matanzas de toros en los ruedos. Unas declaraciones de importante avance y que ha tenido el apoyo de todos los grupos animalistas, aunque algunos de sus propios compañeros de partido y de gobierno la hayan criticado por haber pensado en alto lo que más del 70% por ciento de los españoles opinamos. Para remate, la única plaza de toros que quedaba en Barcelona capital, se cerrará por la falta de asistencia a la misma. Si, lo queramos o no, esta barbarie tiene que terminar si queremos avanzar como un país innovador, moderno, respetuoso con nosotros mismos y con el resto de los seres vivos.

Llegados a este punto, tal vez podamos anclar nuestro barco por un instante y mirar la luna y las estrellas. Si, la ciencia a traspasado los limites de nuestra tierra y se ha aventurado a dar sus pasos tímidos por unos mundos desconocidos, inexplorados y llenos aún de riesgos. Por también ha sido gracias a nuestros hermanos los animales.

Pongamos un ejemplo de lección a la humanidad, de cómo un animal, salva una operación muy costosa de la NASA y consigue que la conquista del espacio sea una realidad. Se llamaban chimponautas. Un equipo de las Fuerzas Aéreas de EE.UU. se encargó de entrenar a unos setenta chimpancés seleccionados para el proyecto espacial. Fueron literalmente secuestrados de su hábitat natural. Muchos otros murieron en las capturas o durante su traslado. Estos chimpancés debían aprender a realizar una serie de ejercicios similares a los que haría en su lugar un astronauta, con el fin de comprobar si éstos podrían llevar a cabo procesos mentales de naturaleza compleja en condiciones ambientales extremas y sin precedentes. Cuando un chimponauta accionaba la palanca correcta en respuesta al estímulo de una luz parpadeante, se le premiaba con una sabrosa bolita de plátano; cuando se equivocaba, se le castigaba con una descarga eléctrica en el pie. El éxito de este singular sistema de entrenamiento superó con creces todas las expectativas de los científicos. En cierta ocasión, uno de los chimpancés compitió contra un congresista de visita en el laboratorio y fue el chimpancé quien ganó el ejercicio de demostración, con un resultado de tan sólo veinte respuestas equivocadas en un total de siete mil movimientos.

La NASA creo una potente nave, pero las pruebas de lanzamiento revelaron que el Atlas presentaba deficiencias técnicas. Como no se atrevieron a que fuera tripulada por un humano, el elegido para esta misión fue un chimpancé de cinco años y medio llamado Enos que había nacido en África occidental y se había convertido en el primero de su clase tras dieciséis meses de duro entrenamiento físico y psicológico en el laboratorio Holloman. El 29 de noviembre de 1961, a las diez horas y diecisiete minutos de la mañana, el Atlas despegó con Enos a bordo y describió su primera vuelta alrededor de la Tierra. Todo parecía estar saliendo bien, hasta que la nave emprendió la segunda rotación prevista en su trayecto. Entonces, uno de los reactores a gas se quedó abierto y el cohete empezó a perder combustible y a oscilar.

Pero los problemas no se acabaron ahí. El sofisticado equipo electrónico que debía transmitirle a Enos estímulos visuales, sufrió algún tipo de anomalía, y empezó a recibir descargas eléctricas cada vez que respondía correctamente. De pronto, aquel chimpancé de cinco años se vio enfrentado a un sistema de premio y castigo que entraba en total contradicción con el entrenamiento intensivo que había recibido a lo largo de más de un año. Los científicos dieron por sentado que Enos empezaría a contestar incorrectamente a los estímulos con tal de obtener su recompensa de plátano, pero el chimpancé hizo caso omiso del sistema y llevó a cabo las operaciones que él sabía que eran correctas, aunque recibiera una descarga eléctrica cada vez que accionaba la palanca adecuada. De esta forma, aquel ser irracional dio una buena lección a sus controladores humanos.

Las pruebas que se realizaron con posterioridad al vuelo demostraron que los científicos sometidos a las mismas pruebas que Enos realizó durante el vuelo apenas si lograban estar a su altura, hecho significativo de por sí, y más si tenemos en cuenta que ellos no recibían descargas eléctricas. No hay duda de que Enos había hecho honor a su nombre, que en hebreo significa ¡hombre”. Su comportamiento a bordo del Atlas sólo podría compararse al de un ser racional, por mucho que la ciencia se negara a admitirlo.

Gracias a las exploraciones espaciales de él y de otros chimponautas, la NASA realizó doscientas cincuenta alteraciones que redundaron en la completa seguridad y comodidad de la nave Friendship 7, a bordo de la cual John Glenn realizó una triple rotación alrededor de la Tierra en febrero de 1962.

Una vez constatada la posibilidad de supervivencia en el espacio, los chimpancés dejaron de ser noticia y se desvanecieron de la actualidad del mismo modo que habían irrumpido en ella. Los primeros humanos que llegaron al espacio disfrutaron de fama y gloria eternas, pero los primeros chimponautas corrieron una suerte muy distinta. Enos murió de una crisis de disentería tan sólo un año después de su misión a bordo del Atlas. La mayor parte de los demás chimpancés acabaron sus días en laboratorios de investigación médica, donde fueron sometidos a todo tipo de experimentos dolorosos, cuando no letales.

He querido recordar a Enos en el comienzo de este nuevo año, para que nos demos cuenta que respetando a los seres vivos y máxime los que nos ayudan en nuestro progreso, lo único que hacemos es dignificar al ser humano. Espero que el 2007 este cargado de vida, de derechos e ilusiones para los de sin voz. Cómo dijo Mahatma Gandhi “Un país, una civilización se puede juzgar por la forma en que trata a sus animales”


PEDRO POZAS TERRADOS

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