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martes, febrero 17, 2009
BIOPIRATERIA. Un crimen contra la vida.
Qué nos parecería si los medios de comunicación y representantes del pueblo dijeran: “A partir de mañana por respirar el aire se impondrá un impuesto de un coste no inferior a 2 euros por día y cuyo porcentaje podría aumentar dependiendo de la capacidad pulmonar del individuo en cuestión. Ante esta normativa, cualquier persona puede ser objetora y no respirar aire si así lo desea poniendo fin a su vida”. Motivo: porque a una empresa se le ha ocurrido patentar la partícula de oxigeno. Sin duda nos parecería un verdadero acto criminal y todos nos uniríamos contra esta decisión que ademas de matar, controlarían nuestra propia existencia.
Pues bien, hechos de este tipo se están produciendo a nivel global. Numerosas empresas están patentando genes que con manipulación genética, crean semillas infértiles o capaces de resistir ciertos elementos como las heladas y ser protegidos con ciertos pesticidas que las propias empresas generan. Esto se agrava al no producir semillas fértiles por lo que el agricultor, tiene que comprarlas nuevamente para la siguiente cosecha. Un claro negocio redondo y un abuso de la humanidad que debería estar prohibido por Leyes y por todos los gobiernos del mundo.
El Parlamento Europeo cierra los ojos, no en vano tiene cientos de lobbys que tienen como misión convencer a los aerodiputados sin escatimar gastos o esfuerzo.
La semilla, el agua, el suelo, la biodiversidad, pasan a ser propiedad de empresas transnacionales cada vez más grandes y poderosas, y las poblaciones locales son despojadas de los recursos que aseguran su sustento. Consecuencia: pobreza, expulsión de sus tierras, desesperación y si se resisten, la violencia y la muerte muchas veces hacen presencia para que el miedo se inserte en la piel del mas débil. La agricultura familiar es destruida para dar lugar a la producción industrial de un solo producto, usualmente no destinado a la alimentación humana. Enormes áreas de tierras agrícolas y ganaderas son destinadas a la producción de madera para celulosa o agrocombustible (maíz, palma aceitera, caña de azúcar, soja, jatrofa…) en contra de sus verdaderos dueños que son expulsados sin contemplaciones de sus tierras usurpadas. Los manglares, fuente de vida para miles de pobladores locales, son destruidos para la producción industrial de camarones para exportación, esos langostinos que nos llegan a la mesa sobre todo en época de “navidad”. Explotaciones petroleras y mineras contaminando el agua y los recursos de los que se alimentan las poblaciones nativas. Podríamos seguir en un rosario de injusticias y atentados a la dignidad humana.
En la Octava Conferencia sobre la Convención de la ONU para la Diversidad Biológica, se discutió el tema de las semillas asesinas de la industria de las biotecnologías. Estas semillas que atentan contra la biodiversidad, matan la libertad de las personas. Entre ellas está el Bt. Cotton de Monsanto , que ha sumido a millares de agricultores indios a la deuda y la desesperación. No se puede jugar con la vida y menos patentarla. La responsabilidad última están en los políticos que no son capaces de lanzar leyes contra esta biopiratería que se está extendiendo cada vez más hasta que el mundo sea esclavo de unas pocas empresas que tengan el poder y la patente de la alimentación humana mundial. No lo podemos permitir y debemos exigir a nuestros gobiernos que luchen contra este tipo de piratería consentida, ante este abuso criminal contra la humanidad, contra esas semillas genéticamente modificadas y sobre la llamada tecnología Termionator , una tecnología que induce a las plantas genéticamente modificadas a producir semillas estériles. ¿Quién esta consintiendo tan tamaño horror? ¿Es que los gobiernos están ciegos? ¿Qué hacemos la sociedad que permitimos ciegamente que nos manipulen hasta nuestra libertad de poder comer lo que queramos son que exista detrás una compañía manipuladora de vida?.
La monopolización de las semillas por parte de las corporaciones globales es una receta segura para destruir la biodiversidad y a los campesinos, para tener el control de la alimentación mundial y así llegar a que todas las semillas sean dueñas de multinacionales y que nuestra propia existencia este a manos de sus caprichos. Nos dirigimos ciegamente a una esclavitud de nuestra propia existencia y debemos impedirlo a toda costa en beneficio de nuestros hijos y de las generaciones futuras.
Las patentes genéticas detienen las investigaciones, impiden la comprobación médica, retardan el camino de los avances médicos sobre enfermedades mortales como el cáncer o el sida y elevan costos exorbitantes. ¿Por qué? Porque el poseedor de la patente del gen puede cobrar lo que le dé la gana y eso es lo que hace. ¿Alguien podría hacer una prueba barata? Claro, pero el poseedor de la patente bloquea la prueba de cualquier competidor. Posee el gen. Nadie más puede probarlo. Esto es lo que se llama entorpecimiento a la calidad de vida de las personas por lo que debería ser contemplado como un delito contra la humanidad. Nuestra composición genética representa la herencia común de toda la vida en la Tierra. No se puede patentar la nieve, el águila o la gravedad y no se deberían poder patentar tampoco los genes, semillas o cualquier producto que proceda de la vida o la naturaleza. Y para ello se requiere que la sociedad se movilice, que exija a los gobiernos dureza contra los biopiratas de la vida.
Vandana Shiva, doctora en Física Cuántica y Economista, Directora de la Fundación para la Ciencia, Tecnología y la Ecología en la India y autora del libro “Proteger o expoliar”, asegura que “los países industrializados tienen el 97% de las patentes del mundo” y que muchas de ellas proceden de conocimientos tradicionales que han sido robados a los pueblos. No se puede patentar la vida y con la ingeniería genética las grandes corporaciones expolian a la naturaleza y nos roban el futuro”. ¿Son cómplices los gobiernos que callan y apoyan a estas empresas?. Esta doctora denuncia que en la agricultura además de a otros muchos productos, el arroz basmati , el más exportado en la India, con 650.000 toneladas al año, ha sido patentado. En 1997 una empresa texana, Rice Tec Inc, obtuvo una patente sobre este arroz y ahora los indios tienen que proteger su mercado como si el basmati no fuera suyo. Otro caso: Monsanto acaba de patentar una variedad de trigo hindú. Y en medicina, hay una planta, la Phyllantus niuri, que las mujeres han utilizado para la hepatitis durante cientos de años y ahora la ha patentado el Instituto de Investigación contra el Cáncer de Filadelfia. Pero…¿a que están jugando? ¿Cómo son capaces de actuar tan impunemente y de esa forma criminal? ¿Cómo se lo consienten los gobiernos? ¿Por qué no se actúa de forma contundente contra estos biopiratas de la vida? ¿Quiénes asesoran a los gobiernos para que impunemente acampen a sus anchas estas empresas destructoras de vida? ¿Por qué los gobiernos hacen caso omiso de sus supuestas patentes?.
Según Vandana a la que apoyo de forma contundente, lo primero que habría que hacer es penalizar esta biopitaría como un crimen, castigarlo con dureza que es lo que los países en desarrollo reclaman en la Organización Mundial del Comercio.
Además de todas estas cuestiones graves, estas patentes impiden el desarrollo de medicamentos genéricos. Nadie, ni siquiera los expertos en genética, pueden prever las consecuencias a largo plazo de la introducción de nuevos genes en el medio ambiente. Según la FAO, el 75% de la diversidad genética agraria se ha perdido en el transcurso del último siglo. Muchos de los genes que las multinacionales desean que consumamos proceden de plantas, animales u otras sustancias normalmente ajenas a la alimentación humana: bacterias, virus, ratones, ratas, mariposas e incluso escorpiones. ¿Cuáles son los peligros para la salud pública que puede tener la introducción de estos genes en nuestra alimentación o en la de los animales cuyos productos consumimos: carne , huevos, pescado, productos lácteos?. La incorporación de sustancias ajenas a los alimentos aumenta el riesgo de provocar reacciones alérgicas.
Debemos abrir los ojos y negarnos a que las semillas, genes, flora, vida sea patentada por compañías sin escrúpulos que se creen en el derecho de hacer lo que quieran porque les amparan leyes establecidas muchas de ellas en beneficio suyo por la presión de los lobbys. Debemos de negarnos a que nuestros gobiernos consientan que nuestros campos sean cultivados con productos transgénicos. Estamos al borde de la locura si permitimos que estas multinacionales negocien con la propia vida, con el robo de lo que ya esta inventado y por lo tanto, las patentes deben ser nulas.
Esperemos por el bien de todos, de nuestros hijos y de las generaciones futuras, que la biopiratería y las patentes sobre la vida sean un mal sueño, una pesadilla que pase a la historia cómo un verdadero cáncer maligno de la humanidad. Tenemos que defender la herencia común, el derecho al libre cambio, a compartir la biodiversidad.
http://www.rel-uita.org/agricultura/transgenicos/monsanto-hindues.htm
http://www.unesco.org/courier/1999_06/sp/ethique/txt1.htm
http://www.sodepaz.org/soberanialimentaria/secuestrosemillas.html
PEDRO POZAS TERRADOS (NEMO)
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