El periódico de Información del 1 de octubre de 1970, en una
noticia fechada en Sevilla, informaba a nivel nacional que Arturo Estevez,
había inventado el “motor de agua” que gastaba cuatro litros cada 900 kilómetros
y que se proponía donar a España su patente. El mismo Arturo declaraba que su
motor es muy elemental y consistía en dos electrodos que se conectan uno al
polo al polo positivo y otro al polo negativo de la batería. También efectuó
declaraciones afirmando que el transporte se hacía más económico, que un coche
rodando con este dispositivo no gastará más de una peseta por cada 100
kilómetros y que además la combustión no contamina. Denuncio que había
encontrado oposición de empresas dedicadas al petróleo y que el coste de su
motor no supondría más de 5.000 pesetas. En la misma noticia indica que ya
había recibido ofertas millonarias para comprar su patente. Después de esto,
silencio.
¿Qué ha ocurrido con ese motor de agua? ¿Qué ha ocurrido con
numerosos inventos de Nicolás Tesla que podrían haber revolucionado la historia
de la humanidad? ¿Cuántos sabios e inventores han creado y descubierto
infinidad de avances científicos y que por intereses han sido escondidos o
destruidos? ¿Cuántos de ellos han sido olvidados y desterrados por una sociedad
científica empresarial ávida de poder y de patentar como hoy en día, hasta la
vida misma? ¿Por qué tras estos descubrimientos de energía libre como el motor
de agua, el petróleo sigue siendo la energía fundamental del siglo XXI? ¿Qué
nos han ocultado lo poderes fácticos a una sociedad que quiere despertar
globalmente ante la imposición de un poder económico a la fuerza que destruye
nuestro bienestar social? ¿Quién tiene la culpa de este ocultismo irracional
que impide el avance de la sociedad hacia un nuevo paradigma de libertad y dignidad?.
Cuando
vamos a comprar un electrodoméstico te dan solo garantía de dos años y encima
te intentan vender un seguro que te ofrece garantía por dos años más. Los
mismos vendedores te informan que los motores están preparados para que a los
dos años comiencen a dar problemas. Antes las neveras o lavadoras duraban casi
toda la vida. Ahora su vida activa esta limitada a cosa hecha, para que las
ventas no puedan bajar y el negocio continuar. Esta es la triste realidad y sin
embargo se hacen campañas para ahorrar
en el consumo, mientras se permite este fraude descomunal y permitido. Lo mismo
ocurre en televisores, cámaras fotográficas, todo tipo de aparato eléctrico
para cocinar, etc. Esto se conoce como obsolescencia programada o planificada.
El fin de la vida útil de un producto esta marcado para que se vuelva viejo, no
funcional, inútil o inservible después de un tiempo calculado de antemano por
el fabricante durante su fase de diseño. Otra manera más es la de comercializar
productos incompletos o de menores prestaciones a bajo precio, para afianzarse
en el mercado ofreciendo posteriormente el producto mejorado. Es decir, nos
tratan como a tontos útiles para su negocio que siempre buscan ganar más dinero
a costa de lo que sea.
Un
ejemplo claro lo tenemos en la bombilla. En el año 1924 se creo el primer
cartel mundial para controlar la producción de bombillas denominado Phoebus,
que redujo la competencia. Se redujo el tiempo de duración de la bombilla de
2.500 hotas a 1000 horas, teniendo una duración incluso inferior a la primera
bombilla que se inventó (1.500 h). Claramente el negocio estaba marcado. Si las
bombillas fueran muy duraderas, no habría mucha demanda. Por lo tanto se creó
el término de Obsolescencia Programada y se llevó a cabo en todas las
producciones sucesivas, extendiéndose poco más tarde a la mayoría de los
productos de fabricación.
Para dar de fe de ello, esta la bombilla de
Livermore, instalada en la Estación 1 de bomberos de la citada ciudad en California y que el pasado 18 de junio ha cumplido 113
años de permanecer encendida ininterrumpidamente. Sin embargo no es la única.
En Forth Worth de Texas hay otra instalada en el Museo Stockyards y que esta
encendida desde 1908. O la que luce desde 1912 en una tienda de suministros
Gasnick en Nueva York o la que lleva encendida desde 1926 en otro cuartel de
bomberos de la ciudad de Mágnum, en Oklahoma. ¿Porqué estas bombillas lucen más
que toda una vida de una persona y las actuales duran exclusivamente alrededor
de 42 días encendidas de forma permanente? ¿Qué ha fallado en la producción
actual para no conseguir las bombillas centenarias? Creo que no hace falta
mucho imaginar para sacar conclusiones y comprender que estamos ante una de las más grandes estafas que
la industria ha podido edificar contra un consumidor desprotegido de sus
derechos fundamentales.
Por
otro lado, a nivel social, se ha desenmascarado al verdadero gobierno mundial
económico que pone en jaque a los países, les dirigen, utilizan a sus
representantes y tumban el bienestar con el ataque de los mercados, la
complicidad de los banqueros y las herramientas de manipulación de las agencias
de calificación. Estos organismos son ejecutores de ese poder financiero y pone de rodillas a unos líderes políticos
que han vendido hasta su alma para seguir el juego y obedecer como simples
peones en un ajedrez a vida y muerte. Los movimientos sociales se han dado
cuenta de esta barbaridad y han hecho de la calle, la única arma para denunciar
y reivindicar una democracia verdadera, libre de corrupción y por y para el
pueblo. En muchos países se ha levantado la llama de la esperanza, la lucha por
alcanzar un cambio hacia la realidad de un pueblo que necesita buscar el
bienestar, la paz, la libertad, llevar la antorcha de la vida hacia un mundo de
igualdad.
Han
querido callar las bocas, tapar los ojos a los ciudadanos, tomarlos por tontos
sin poder de decisión, reservado solo para un pequeño grupos de personas
elegidas por ellos mismos y que con programas engañoso, han podido llegar a la
cúspide, dictar leyes y decretos que los blindan y que favorecen de por
vida a su élite protegida. Pero ya no
pueden ocultarse. El despertar global de la sociedad mundial sabe lo que
ocurre, quienes son los responsables de tantas enfermedades, hambre y pobreza,
de tanta estafa consentida, de tanto robo a los que con su sudor, han
conseguido un pequeño beneficio para comprar después efectos con fecha de
caducidad. Somos explotados doblemente y
envenenados además con productos químicos que no han sido testados para
ver el nivel de peligrosidad en su consumo. Se inventan enfermedades para
obtener más clientes y muchos de los tratamientos no curan, se prolonga.
El
problema radica en que para parar todo esto, para cambiar de paradigma, tiene
que derrumbarse todo el sistema actual que ha sido montado durante décadas y
blindado con leyes y constituciones que hacen inamovible un cambio legal.
Podemos salir a la calle, protestar, indignarnos, pero mientras no podamos
cambiar las leyes desde la base y en beneficio del ciudadano, estaremos
ahorcados desde un primer momento, con rabietas y gritos, pero sin poder
cambiar en lo global, este gran cáncer que alcanza a la humanidad. Tenemos
necesariamente que romper las cadenas que nos han forjado violentamente en
contra de nuestra voluntad y poder ejercer y disfrutar de una verdadera
democracia en todos los ámbitos de nuestra sociedad.
Hemos
despertado. Ahora solo hace falta cambiar nuestra estructura social, hacerla
justa, con igualdad y con responsabilidad. Todo un curso pendiente que estamos
dejando para las generaciones futuras. Si éstas tampoco lo consiguen, llegaran
sin duda al exterminio de su voluntad y serán simples humanoides serviles
robotizados, como ya lo estamos sintiendo notar en una gran parte de la
sociedad.
PEDRO POZAS TERRADOS (NEMO)
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