Nos enfrentamos
ante el mayor de los atropellos contra la democracia y la libertad, precisamente
auspiciado por esa Unión Europea que se supone debe estar al servicio del ciudadano
y que desde hace tiempo hinca las rodillas besando los pies de las
multinacionales y del poder económico, amenazando el bienestar europeo.
El Acuerdo Transatlántico sobre
Comercio e Inversión (ATCI o TTIP, por sus siglas en inglés) es un extenso
tratado sobre libre comercio e inversión que están negociando (en secreto) la
Unión Europea y Estados Unidos. El objetivo es llevar a cabo las conversaciones
lo más rápidamente posible y sin que los detalles lleguen a la opinión pública,
con la esperanza de poder cerrar las negociaciones antes de que la ciudadanía
en Europa y EE.UU. descubra la verdadera envergadura de la amenaza que supone
el TTIP.
Según
el informe “El Acuerdo transatlántico sobre Comercio e Inversión – Una carta
para la desregulación, un ataque al empleo, el final de la democracia” escrito
por John Hilary que puede ser leído y bajado de internet, el objetivo principal del TTIP no es estimular
el comercio eliminando aranceles entre la UE y los EE.UU., pues son tan bajos
que apenas pueden reducirse ya. Su principal finalidad es, como ellos mismos
han reconocido, eliminar las “barreras” reguladoras que limitan los beneficios
potenciales de las corporaciones transnacionales a los dos lados del Atlántico.
Ahora bien, estas “barreras” son en realidad algunas de nuestras normativas más
preciadas en materia de derechos sociales y medio ambiente, como los derechos laborales,
las normas de seguridad alimentaria, las regulaciones sobre el uso de
substancias químicas tóxicas, e incluso las leyes de protección de la
privacidad en internet. También anhela crear nuevos mercados abriendo el sector
de los servicios públicos y la contratación pública a las empresas
transnacionales, lo que amenaza con provocar nuevas olas de privatizaciones en
sectores clave como la sanidad o la educación. Lo más preocupante es que el
TTIP pretende conceder a los inversores extranjeros el derecho de demandar a
gobiernos soberanos frente a tribunales para reclamar pérdidas de beneficios derivadas
de decisiones sobre política pública. En la práctica, este mecanismo de
resolución de disputas entre inversores y Estados eleva el capital
transnacional a un estatus equiparable al del Estado nación y amenaza con minar
los principios más básicos de la democracia tanto en la UE como en los EE.UU.
Por ejemplo, si un país prohíbe una sustancia química tóxica, etiqueta alimentos
transgénicos o endurece la legislación medioambiental, el TTIP da poder a las empresas para denunciar a cualquier gobierno en un
tribunal secreto presidido
por jueces ligados a las corporaciones. Si el gobierno pierde, los
contribuyentes podrían verse forzados a pagar a estas empresas miles de
millones de dólares en concepto de pérdida de beneficios. ¿No es una locura
represora y una dictadura que debe de poner en guardia a todos los políticos
europeos? Pero todos los países callan, no informan al ciudadano, no advierten
de las consecuencias que pueden derivarse de la firma de este tratado. La
mayoría de los eurodiputados están comprados por las multinacionales, callan o
se mantienen en silencio. Los gobiernos miran a otro lado mientras en la sombra
firman y alientan el fin de la democracia. ¿Cómo unos servidores públicos que
han sido elegidos por los ciudadanos tienen la desvergüenza de apoyar dicho
tratado sin que se haga un referéndum europeo? Esto puede ocultarse bajo cualquier
signo democrático que quieran, pero viola las Constituciones de los Estados y
en consecuencia se convierten en una dictadura camuflada al servicio de los
poderes económicos y de las multinacionales. Los gobiernos callan, la mayoría
de los medios de comunicación permanecen en silencio, nuestros diputados y
senadores esconden la cabeza como el avestruz y todos y cada uno de ellos se
convierten en cómplices de este ataque brutal a la democracia.
Por lo que respecta a las pérdidas de puestos de
trabajo que normalmente resultan de los acuerdos de libre comercio, la Comisión
Europea ha admitido que es probable que el
TTIP provoque perjuicios “prolongados y considerables” para los
trabajadores europeos, ya que el acuerdo alentará a las empresas a abastecerse
de productos y servicios de los EE.UU., donde las normativas laborales son
menos exigentes y los derechos sindicales simplemente no existen.
Estamos
en un periodo de elecciones y debemos exigir como ciudadanos libres, que
nuestros líderes se aclaren si están de acuerdo con el TTIP y si no, que lo
digan públicamente. Se lo debemos de exigir. En el parlamento Europeo se votan
leyes y decretos que apoyan a multinacionales y lo hacen sabiendo que esas
votaciones difícilmente llegarán al conocimiento de los ciudadanos y por ello
los eurodiputados del PP y del PSOE votan juntos incluso apoyando este Tratado
que hundirá más aún la dignidad de los ciudadanos europeos. Deben ser claros y
no votar a formaciones políticas que apoyen o enmudezcan sobre este grave
problema que se nos echa encima sin comerlo ni beberlo, como muchas otras decisiones
que se hacen en contra de la democracia. ¿Por qué no se realiza un referéndum europeo para elegir los
representantes y el Presidente del Parlamento Europeo? Todo se lo comen y se lo
guisan entre ellos, dejando las migajas de
los recortes y la opresión al ciudadano que cada vez más se da cuenta
que no estamos ante una democracia, sino ante un gobierno europeo impuesto,
aprobando decretos que solo benefician a las multinacionales y al poder
económico.
El
TTIP debe ser rechazado por todos los partidos políticos. Es impensable que
multinacionales extranjeras puedan someter a los Estados democráticos y limiten
las leyes que cada país quiera promulgar. Esto no es democracia, es una
dictadura consentida por un estamento que se supone debe ser democrático. Falla
como siempre la pasividad de la sociedad y de ello se aprovechan las grandes
empresas que ven un chollo controlar la Unión Europea.
El
periódico digital Público.es publica claramente las repercusiones sociales
además de las ya señaladas, que tendrá la firma de este tratado dictador que
quieren imponer a nuestras sociedades, rebajándonos a esclavos y siervos de las
grandes empresas. Entre otras están:
*Limitar la soberanía de los
gobiernos elegidos democráticamente facilitando las demandas de las empresas
contra la puesta en práctica de políticas que afecten a los intereses de las
multinacionales.
* Otorgar a las grandes empresas
amplias facultades para impugnar nuevas leyes por los gobiernos, por lo que
tras la puesta en marcha del tratado resulta muy difícil modificar la
legislación nacional ordinaria y hará irreversible medidas como las privatizaciones
de los servicios públicos.
* Reducir las regulaciones
ambientales y alimentarías que garantizan la calidad y seguridad de los mismos
a usuarios y consumidores, que son mucho más estrictas que las norteamericanas.
* Incrementar los derechos de
propiedad intelectual de las empresas farmacéuticas prolongados los períodos de
las patentes de medicamentos e innovaciones tecnológicas.
* Eliminar o condicionar las normas y
marcos legales europeos y nacionales que obligan a la transparencia de los
ensayos clínicos de los laboratorios farmacéuticos.
* Reducir las regulaciones
ambientales y alimentarías que garantizan la calidad y seguridad de los mismos
a usuarios y consumidores, que son mucho más estrictas que las norteamericanas.
* Todo estas
medidas incrementarán de manera brutal los gastos sanitarios para los gobiernos
(en detrimento de sus economías), podrán en riesgo la sostenibilidad de los
sistemas sanitarios públicos, dificultarán el acceso a los medicamentos de la
población en momentos de crisis, aumentarán la irracionalidad del sistema, y
afectarán a la salud de la población generando mayor mortalidad y carga de
enfermedad.
* Una
disminución de las exigencias de seguridad para los consumidores a las empresas
de la industria alimentaría como la comercialización de los alimentos
transgénicos o la desinfección de pollos mediante cloro (prohibido en Europa y
aprobado en Estados Unidos).
Todo esto y
mucho más serán las consecuencias de este terrorífico tratado que se mantiene
en secreto y que caerá como un mazo hiriente
contra los ciudadanos europeos si no se impide con el clamor popular.
Esto no puede ser un sistema democrático cuando se vende el bienestar de las
personas con acuerdos secretos entre estados y multinacionales. Exijamos a
nuestros futuros representantes políticos que públicamente se manifiesten
contra este Tratado que ataca directamente la democracia y la Constitución de
nuestro país. Si no lo hacen, claramente la democracia del pueblo está perdida
y hundida y nosotros seremos los únicos responsables de sus consecuencias.
PEDRO POZAS TERRADOS (NEMO)
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