Estamos
aunque no lo quieran decir abiertamente los economistas e investigadores, ante
una alarma mundial de características muy graves con la alimentación en todos
sus frentes: agricultura, ganadería, pesca y productos químicos que se mezclan
en nuestros alimentos sin haber sido muchos de ellos testados para saber su
peligrosidad para los consumidores. Animales de granja engordados con hormonas
de crecimiento y antibióticos. Agricultura intensiva plagada de insecticidas
que envenenan nuestros alimentos. Pesca abusiva y sin control, donde ya muchas
especies marinas proceden de piscifactorías marinas alimentadas con piensos
preparados por el agotamiento de los caladeros y zonas de pesca. Alimentos
transgénicos que son patentados y que son sospechosos de producir cáncer. Hemos
llegado hasta el punto de tener
producciones masivas de alimentos donde prima lo económico y el negocio,
olvidando la salud y el bienestar de las personas. ¿Este es el progreso que el
hombre ha soñado? Cada día las enfermedades y el cáncer en decenas de
variantes, atacan nuestra salud como una plaga sin control. Nos echamos las
manos a la cabeza ante la aparición de brotes sin control como el ébola y sin
embargo queremos cerrar los ojos ante estos
problemas que no solo amenazan el medio ambiente en general acelerando el
cambio climático, sino que amenaza la propia seguridad en la alimentación
mundial produciendo miles de muertos a diario.
La Comisión Océano Mundial, formada por
antiguos Jefes de Estado, ministros y líderes empresariales, ha advertido a la
Unión Europea que la sobreexplotación de los recursos pesqueros y la pesca
ilegal amenazan el futuro y el bienestar de las poblaciones, especialmente a
los más pobres. El 30% de las capturas pesqueras mundiales no queda registrado,
es decir, 32 millones de toneladas de pesca no se comunican a las Naciones
Unidas. La humanidad, o mejor dicho, los pescadores que tantos poderes se les
ha dado y tanto mimo reciben por los gobiernos, están saqueando los océanos con
consentimiento de sus armadores y con negocios redondos, no importándoles que
las especies marinas se encuentren a un nivel biológicamente insostenible. La
merluza, el lenguado o el salmonete de roca del mediterráneo, están recibiendo
un impacto brutal de insostenibilidad. Sus precios se han disparado porque cada
vez escasea más, pero como no se prohíbe su pesca para la recuperación de sus
poblaciones, su valor crece y el negocio a pesar de ello prospera. ¿Hasta
cuando? ¿Llegará el día en que los pescadores se den cuenta del impacto tan
brutal que están haciendo a los ecosistemas marinos? ¿Se darán cuenta los
políticos que solo miran lo económico restando importancia a la destrucción de
un medio de alimentación vital para la humanidad? ¿Por qué se subvenciona al
sector pesquero que está cometiendo uno de los mayores desastres ecológicos,
agotando los caladeros y no se ponen medidas restrictivas y penales para evitar
lo que pronto puede ocurrir y que será
mucho más grave para el sector cuando las redes del mar se suban a los barcos
vacías?
España figura entre las primeras flotas
del mundo en pesca de tiburones y otras especies. Las aletas de tiburón se
exportan a Asia y su carne se vende en los mercados europeos, donde es
demandada para por ejemplo elaborar el cazón de adobo típico de Cádiz, pero que
en 2013 la Convención de Comercio Internacional de Especies Amenazadas (CITES)
tomó la decisión histórica de proteger al tiburón oceánico, el marrajo
sardinero y tres especies de tiburón martillo. Pero las medidas no se respetan
y menos cuando en alta mar los barcos no pueden ser vigilados y cuando van a
puerto y les espera una inspección, son de inmediato avisados para que cuando lleguen
todo esté en orden.
El 40% de la pesca que se captura, se tira
por la borda ya muerta e inservible o bien moribunda. Los descartes son muy
frecuentes en los barcos pesqueros. Yo he presenciado personalmente como en el
mismo puerto, al hacer la selección de lo obtenido por medio del arrastre (técnica
de pesca que va arrasando los fondos marinos destruyendo vegetación y
capturando toda clase de especies con una gran barra de hierro), tiran las
especies no vendibles por la borda, incluso toda clase de porquería y residuos
que en lugar de arrojarlos a un contenedor, es echado por la borda con total
impunidad y falta de sentido y respeto por el mar que les da de comer.
El 87 % de los estoks pesqueros
mundiales, están agotados. ¿En qué piensan nuestros políticos? Esto debe de
acabarse por el bien de todos y debemos exigir el respeto por el ecosistema
marino que aporta un 50% del oxígeno a la Tierra y absorbe el 25% de las
emisiones de CO2.
En Latinoamérica y Asia, los manglares,
que son los bosques del mar y los que tienen una gran biodiversidad marina,
fuente de alimentación de la pesca artesanal, están siendo destruidos
completamente y en su lugar se erigen grandes zonas de costa para el cultivo de
langostinos de forma artificial, engordándolos y alimentándolos con pienso y
que después consumimos los europeos sobre todo en navidad sin saber o sabiendo
con los ojos cerrados, de donde proceden y el daño al ecosistema marino que se
ha producido, destruyendo por completo la pesca artesanal y haciendo que muchos
pueblos que subsistían por esa pesca, tengan que abandonar sus hogares hacia un
rumbo que normalmente les lleva a la muerte. Las multinacionales acampan a sus
anchas porque compran a los políticos. Solo les interesa el negocio y dinero
rápido sin importarles lo que le ocurra al ecosistema y mucho menos a los seres
humanos.
Por otro lado y a este paso, solo los
ricos podrán comer pescado, ya no solo por la falta de captura, sino también
por la especulación de precios que existe, otro negocio más a añadir a este
sector de la alimentación que debería regularse con mayor precisión y con un
mayor control veterinario y de inspección continuada.
Pero los informes y llamadas de atención
continúan anunciando una hecatombe si continuamos con la explotación masiva de
los mares. La Organización Británica New Economics Foundation (NEF) apunta a
que España dispondrá este año un 24% más
de pesca en los caladeros del Atlántico Noreste, por encima de lo recomendado
para mantener en buen estado las especies de interés comercial, 40.416
toneladas más de las que se debería.
Ni los pescadores que no velan por el
futuro de su trabajo, ni los políticos que solo intentan siempre subvencionar
al sector pesquero en detrimento de otras profesiones con un total
desconocimiento de lo que está ocurriendo, son capaces de actuar con el respeto
necesario para evitar lo que sin duda se nos viene encima en cuanto a la
alimentación de productos pesqueros.
Hemos destrozado nuestros caladeros y ahora nos vamos a explotar y
aniquilar los caladeros africanos, haciendo concesiones y acuerdos con
gobiernos de poca credibilidad y sin respetar la pesca tradicional y local,
robando la comida a los más pobres tras destruir nuestros propios stoks de
pesca. África se enfrenta a un posible derrumbe de la pesca, y a la degradación
del entorno marino a causa de la explotación de los recursos de África
Occidental por parte de las flotas europeas, rusa y asiáticas, atraídas por el
negocio que supone desembolsar mucho menos por las cuotas a pagar que por lo
conseguido con las ventas, lo cual se supone la existencia de una trama de
intereses en la que participan dirigentes electos y funcionarios africanos.
La solución a esta problemática es muy
difícil. El ser humano parece que se ha vuelto ciego y tonto, sin importarle
las consecuencias de sus actos y actuando de una forma irresponsable, primando
solo y exclusivamente los beneficios económicos que se obtienen de una forma
rápida esquilmando y sin pararse a ver las consecuencias y desapariciones de
especies como si el problema estuviera muy distante.
En otros frentes y problemas globales
ocurre de igual forma. La ceguera humana es una enfermedad muy grave y estamos
pagando las consecuencias duramente con el aumento de las temperaturas, falta
de agua y otros síntomas que nos debería de poner sobre aviso para lo que se
avecina.
Las flotas pesqueras deben parar de
forma inmediata las prácticas no muy ortodoxas donde se destruye no solo el
fondo marino, sino la muerte de muchas especies no objeto de pesca, como por
ejemplo en la técnica del arrastre. Deben considerar al mar como su único
seguro de vida, respetarlo y realizar las paradas biológicas para la
recuperación de los caladeros vacios.
Pero todo ello está muy lejos de la
realidad. El ser humano aún no ha comprendido hasta donde debe de llegar, donde
poner los límites a su codicia, donde encontrar el equilibrio de la razón y
sensatez ante un mundo neoliberal que destroza las economías de los países y
nos enfrentan irremediablemente a hecatombes sin sentido. Aún no comprenden los
grandes especuladores que por mucho dinero que roben o ecosistemas que
destruya, las consecuencias caerán también sobre ellos.
Debemos estar despiertos,
vigilantes, protegiendo nuestros recursos y evitando que las multinacionales
acaparen la alimentación mundial como ya lo están haciendo. Debemos formar plataformas
ciudadanas que exijan a los políticos una correcta actuación de protección en
todos los ámbitos de nuestra sociedad. Ellos son los elegidos por el pueblo y
son ellos los que tienen que solucionar de forma inmediata estos agravios
contra la naturaleza, el mar, el aire y la Tierra en su conjunto. Pero parece
que una vez que son elegidos se olvidan que tienen un gran trabajo para
conseguir el bienestar de la sociedad y protegerla de las multinacionales
ávidas de poder y de gloria.
Debemos ser responsables a la hora
de comprar los alimentos y exigir en las pescaderías o mercados, que cada
pescado en venta tenga una etiqueta de procedencia ya que es obligatorio y
conocer cuando una especie no tiene la talla reglamentaria.
En la costa Mediterránea los
marineros culpaban a la Foca Monje de comerse todo el pescado y acabaron con
todas ellas. Pero aún así, los pescadores veían que sus redes seguían vacías y
que cada vez tenían que irse más lejos, a otros caladeros. Ya no estaban las
Focas, solo el hombre que una vez más culpabilizó a una especie inocente hasta
hacerla desaparecer sin no querer mirar que el culpable era sólo él. Unámonos
para que los mares sigan teniendo vida. Sin duda serán la salvación de la
humanidad.
PEDRO POAS
TERRADOS (NEMO)
Fotografías:
Pedro Pozas Terrados
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