En Palencia se aprobó una Moción por la que se declara el municipio “Zona Libre de Transgénicos”. Se trata del comienzo de una campaña que persigue conseguir esta declaración en todos y cada uno de los municipios de la provincia y posteriormente en toda la comunidad.
La comercialización de alimentos transgénicos es un acto irresponsable que convierte a los consumidores en cobayas humanas. Las multinacionales agrotecnológicas (que desean que para el 2010 haya componentes transgénicos en un 60-70% de los productos comercializados) se prometen grandes beneficios económicos, mientras el riesgo lo asumen los ciudadanos y el medio ambiente. Ante este panorama, las encuestas siguen mostrando el rechazo masivo de los consumidores a los transgénicos. Están patentando nuestra vida y nuestra comida.
Diez años después de su introducción en los mercados, las grandes promesas de los cultivos transgénicos están muy lejos de hacerse realidad: Ni han aumentado el rendimiento de los cultivos; ni han mejorado la calidad de los alimentos y del medio ambiente; ni han contribuido a solucionar el problema del hambre en el mundo. Por el contrario, en los principales países productores están apareciendo ya problemas agronómicos relacionados con este tipo de cultivos, se están agudizando los problemas ambientales como el abuso de pesticidas y empeoran las situaciones de pobreza, injusticia y exclusión social.
Un grupo de expertos del departamento de ingeniería genética de la Universidad de Caen, Francia, presentó un nuevo estudio, en el que se demuestra que las ratas de laboratorio alimentadas con un maíz modificado genéticamente (MG) producido por la multinacional biotecnológica Monsanto han mostrado signos de toxicidad en el riñón y en el hígado. Hay que recordar que este maíz está aprobado para consumo humano y animal en la UE.
El estudio, publicado en la revista científica “Archives of Environmental Contamination and Toxicology”, analiza los resultados de las pruebas de seguridad presentados por Monsanto a la Comisión Europea para obtener la autorización de comercialización en la UE para su variedad de maíz transgénico, MON 863. Los datos muestran que el MON863 tiene asociados riesgos significativos para la salud; sin embargo, la Comisión Europea concedió licencias para comercializar este maíz tanto para el consumo humano como para el consumo animal.
Recientemente Alemania se ha unido con otros cinco países (Francia, Grecia, Austria, Hungría y Luxemburgo) NO autorizando el cultivo del maíz modificado de Monsanto denominado MON810. El motivo y a pesar de haberlo autorizado la UE, por la publicación de dos nuevos estudios que han aportado nuevos elementos científicos que evidencian una contaminación al medio ambiente.
Sin embargo España tiene abiertas las puertas al MON810, despreciando por parte de las autoridades competentes, el sentido común de la precaución y poniendo en peligro nuestro medio ambiente y la salud de los todos los españoles. Si seis países lo han prohibido, será que el riesgo es grande y todos los ciudadanos deberíamos pedir de forma inmediata que no nos envenenen con un producto que no se sabe las consecuencias. ¿Se han entrevistado los responsables con sus homólogos de las naciones vecinas que lo han prohibido para valorar los informes recibidos?
España, es el país europeo con mayor superficie de cultivos transgénicos -80.000 hectáreas de maíz la mayoría en Cataluña aunque se están extendiendo ya por todo el territorio español- existiendo una absoluta falta de control y de seguimiento de sus repercusiones, así como falta de transparencia y de trazabilidad, como ha puesto en evidencia el informe “La Imposible Coexistencia”, elaborado por Greenpeace y donde se testimonian las contaminaciones.
Juan-Felipe Carrasco, responsable de Transgénicos de Greenpeace ha declarado: “Recordemos que, ante la agresión sin precedentes que suponen estos peligrosos cultivos, son ya 172 las regiones y 4500 los municipios de toda la EU que se han declarado libres de transgénicos, lanzando así un claro mensaje a una Comisión Europea que sigue anteponiendo los intereses de las multinacionales a los de los ciudadanos y del medio ambiente”. Un gran número de organizaciones sociales y agrarias lleva años reclamando la retirada de los cultivos transgénicos. En palabras de Andoni García Arriola, de la COAG, “el territorio español, deplorablemente, ha sido estos años pionero y campo de pruebas de los cultivos transgénicos en la Unión Europea y la población agraria esta sufriendo presiones constantes (y falsas promesas), para que sus campos se llenen de variedades transgénicas, destruyendo así el modelo de agricultura que la sociedad les esta demandando”.
Estos cultivos sólo hacen patentar las semillas alteradas y estas a su vez están preparadas para que solo un tipo de insecticida sea eficaz y ese fitosanitario los venden también los mismos que han efectuado la modificación y la venta de semillas. Se esta hipotecando el futuro de la humanidad de una manera injustificada. ¿Hace falta que pasen 30 años para que de nuevo los científicos den la razón a los conservacionistas de los peligros de estas alteraciones genéticas, como ha ocurrido con el cambio climático?.
En el mundo, los cultivos transgénicos ya ocupan 100 millones de hectáreas en el mundo. Son patentados por lo que su uso y sus semillas dependen directamente de la empresa que lleve a cabo la alteración genética, dejando al agricultor en manos de los caprichos de los laboratorios, enterrando el procedimiento milenario de guardar las mejores semillas para las cosechas siguientes. Estamos transformando el mundo en una serie de redes empresariales multinacionales que cortan la libertad de acción y el desarrollo de la agricultura y da nuestra vida en general, de una forma al más puro estilo hitleriano inhumano.
En un artículo de la revista Science, el profesor español José Luis Domingo, afirmaba que “los estudios experimentales en relación con los impactos sobre la salud son escasos. Y los que presentan las empresas de biotecnología no han sido debidamente contrastados por la comunidad científica”. En un informe de la OMS, indicaba en 2005, que debe continuarse la evaluación e investigación sobre la seguridad de los cultivos transgénicos. A pesar de todas estas advertencias, las industrias relacionadas con esta aberración contra-natura, siguen extendiendo sus tentáculos y haciendo cada vez más a los agricultores el ser dependientes de sus garras y de su dinero. Las patentes de las semillas es un atentado contra la vida y la seguridad alimentaría a escala mundial.
Sin embargo existen informes preocupantes en los que nos advierten de alteraciones impredecibles en la salud cómo proteínas extrañas causantes de procesos alérgicos, producción de sustancias tóxicas, invasiones celulares, marcadores con genes resistentes a los antibióticos, alteraciones en las propiedades nutritivas, hormonales y inmunitarias, contaminación genética, toxicidad por el aumento predecible de uso de herbicidas debido al uso de plantas resistentes a ellos, inestabilidad genética, etc. Además en la producción de alimentos transgénicos se utilizan virus, bacterias y plásmidos.
Pero España permanece ciega. Existe una Comisión Nacional de Bioseguridad como órgano científico que podría parar la introducción de los transgénicos en nuestro país. Pero esta Comisión, más que un órgano científico, está formada básicamente por miembros del Gobierno: 12 del MARM, 5 del Ministerio de Sanidad y Consumo, 5 del Ministerio de Ciencia e Innovación, 1 del Ministerio de Industria, 2 de Asuntos Exteriores y 14 representantes de Comunidades Autónomas. Un total de 25 miembros de la Administración del estado y 14 de las Comunidades. En la parte científica encontramos a siete miembros y no hay ningún representante de la sociedad civil. Pues bien si esto parece absurdo, los siete científicos presentes vienen del ámbito de la biotecnología, de la industria. Y por si fuera poco, la Ministra de Ciencia e Innovación Cristina Garmendía que recientemente ha declarado que la biotecnología es un sector de futuro, ha sido Consejera de Administración de empresas biomédicas, empresaria del campo de la biotecnología. Ante este comité tan “imparcial” ¿qué podemos esperar de la entrada de transgénicos en España? No debería permitirse que formaran estos comités científicos personas de la Administración ni científicos ligados a los intereses de las empresas de donde provienen. Por ello permanecen ciegos y sordos, ignorantes y comprados ante la opinión creciente del ciudadano contra el uso de transgénicos. En un estudio realizado ya en el año 2004 del Centro de Investigaciones Sociológicas, rebelaba que cerca del 70% de los españoles considera la modificación genética de cultivos peligrosos para el medio ambiente. ¿Es que acaso el ciudadano no puede opinar y exigir a sus responsables que tomen medidas? ¿Porqué en esa comisión manipulada no hay estamentos civiles que velen por los intereses del pueblo?. Una dictadura más. Solo existe democracia el día de las votaciones y por ello debe de existir una revolución social pacífica de ideas que cambie todo el sistema político.
Las semillas se patentan, los genes también, se está patentando la vida y la sociedad lo está permitiendo con el silencio.
Es muy preocupante que las multinacionales de semillas transgénicas (Monsanto es dueña del 90% de las semillas transgénicas que se venden en el mundo), a la vez tengan potentes industrias farmacéuticas y de alimentación. Son intereses muy contrapuestos que haría falta separar por el bien de la humanidad, puesto que la salud y alimentación van íntimamente relacionadas y son parámetros que habrían de estar excluidos de la locura especulativa y de la manipulación genética en que ha entrado este mundo.
Debemos de pedir de inmediato a nuestro gobierno que paralice la entrada en nuestro país de productos transgénicos.
No dejen de leer el libro “El mundo según Monsanto” escrito por Marie-Monique Robin de la Editorial Península. Sin lugar a dudas es un libro estremecedor y que nos pone en guardia de lo que esta ocurriendo, con nombres y apellidos. En él vemos cómo un Agrónomo argentino denuncia que: “Monsanto intenta controlar los alimentos producidos en el mundo. Para ello hay que apoderarse de las semillas ahí donde se utilizan, es decir, entre los agricultores. En primer lugar Monsanto se apropia de las semillas, después de la transformación de los granos, a continuación de los supermercados y finalmente controla toda la cadena alimentaría. Las semillas son el primer eslabón de la cadena: quien controla las semillas controla la oferta de alimentos y, por lo tanto, a los seres humanos”
Los gobiernos deberían prohibir esta práctica y las patentes de vida no tendrían que ser concedidas bajo ningún pretexto. Pero claro, sus ideas como hemos visto, están también contaminadas pues muchos de ellos proceden de empresas que no dudaran en defender.
No hay comentarios:
Publicar un comentario