El 23 de julio del 2007, los medios de
comunicación y Organizaciones medioambientales, dieron la voz de alarma
internacional tras conocer la muerte de
cuatro gorilas de montaña en la provincia de Kivu Norte de la República
Democrática del Congo (RDC), en el mismo límite del Parque Nacional de Virunga
(declarado en 1925) siendo la primera área protegida de África y convirtiéndose
en Patrimonio de la Humanidad en 1979. Cuatro gorilas, un macho y tres hembras
de la familia de Rugendo, habían sido abatidos a tiros y sus cuerpos fueron
recogidos en improvisadas camillas atados a las mismas y llevados a los guarda bosques
que vigilan el Parque, cuyas fotografías dieron la vuelta al mundo.
La
casualidad hizo que una compañera fotógrafa del Proyecto Gran Simio (PGS), a
los pocos días de producirse estas muertes, viajó a la zona del lado Ruandés,
para ver a las poblaciones visitables de gorilas de montaña dentro del Parque Nacional
de Virunga. Tras hacer un reportaje sobre los gorilas, realizó
una investigación para saber que ocurrió en realidad con la muerte de gorilas,
porque desde el PGS no entendíamos muy bien qué es lo que ocurrió al existir
diversas versiones que se contradecían. Entrevistó a varias personas
conocedoras de la zona e incluso del lado de la RDC. La verdad que encontramos
y denunciamos a través de una nota de prensa, es que los gorilas habían sido
muertos por los pigmeos, un pueblo indígena que vivió durante milenios en el
territorio del que ahora es Parque Nacional y fueron expulsados de sus tierras
en 1925, para que a los ojos del mundo vieran que se daba un gran paso de
protección a la biodiversidad donde los gorilas de montaña vivían. Pero todo el
mundo se olvidó de los pigmeos, realojados al borde del Parque Nacional,
expulsados de sus tierras y campos, olvidados sin ayuda sanitaria o educación
como les prometieron y siendo detenidos en muchas ocasiones acusándoles de
cazadores furtivos.
El
Parque Nacional de Virunga, además de estar en tres países con 8.000 kilómetros
cuadrados, 250 son los que se encuentran en la RDC. En la provincia de Kivu
Norte de este país, en el límite mismo del Parque, fueron donde encontraron a
estos gorilas. Parte de la familia de Rugendo descubrió el campo de patatas de
una familia de pigmeos y todos los días bajaban a comérselas. La patata era la
única comida de estos desheredados de su tierra y a pesar de las frecuentes
denuncias a los guardas forestales, los gorilas seguían comiendo las patatas,
motivo por el cual los mataron para evitar quedarse sin comer. No sabían que
eran especies protegidas, que era delito y menos que estuvieran al borde de la
extinción. Lo único que ellos hacían era sobrevivir al expulsarles de sus
tierras ricas en frutas, agua y carne. ¿Qué hubiéramos hecho nosotros para
defender a nuestra familia que se está muriendo de hambre y que el gobierno no
les ayuda a pesar de recibir millones de euros destinados a los pigmeos por
haberles sido expulsados de sus tierras, dinero que da Naciones Unidas por ser
Patrimonio de la Humanidad? Esto es algo que no se puede permitir por parte de
nadie que diga defender el medio ambiente. No se puede declarar una zona como
Parque Nacional y realizar la expulsión de pueblos ancestrales y condenarlos a
su desaparición, al suicidio, a la muerte siendo a todas luces un crimen de
lesa humanidad.
Los
Pueblos Indígenas jamás han sido responsables de esta hecatombe salvaje de la
destrucción y muerte de la vida que a nivel global está afectando al cambio del
clima y la extinción de miles de especies en nuestro planeta. Ellos, los
nativos, siempre han sido los guardianes del planeta, de las selvas donde
viven, de los árboles milenarios que durante miles de años han sobrevivido en
el planeta. Ellos, los pueblos indígenas deben ser respetados y sus tierras
conservadas para que sean gestionadas por su sabiduría. Los culpables son los
gobiernos que permiten a las multinacionales acampar a sus anchas llevándose y
destruyendo la riqueza natural de los bosques tropicales.
En
este sentido desde el primer momento, PGS ha luchado por la conservación del
hábitat de los grandes simios, los homínidos no humanos y por el respeto a los
pueblos nativos que conviven en paz con la biodiversidad de sus ecosistemas
uniéndose recientemente a la campaña lanzada a nivel internacional por la
Organización Survival, que lucha por los derechos de los pueblos indígenas,
denominada "Los Parques necesitan a los Indígenas".
Otros
ejemplos según han denunciado Survival, se encuentran entre los Bakas del
sudeste de Camerún, donde muchos de ellos están siendo ilegalmente forzados a
salir de sus tierras en nombre de la “conservación”. Se les acusa de caza
furtiva porque cazan para alimentarse, y se enfrentan a arrestos, palizas,
tortura y muerte por las patrullas antifurtivos
que apoya WWF Internacional. Se debe poner fin a estos abusos que violan
sistemáticamente los derechos humanos y de los pueblos indígenas y no colaborar
con gobiernos que permiten esta violación de los derechos humanos.
En la
Reserva de Tigres de Kanha, en la India, también en nombre de la conservación
de tigres, los indígenas están siendo expulsados forzosa e ilegalmente de su
tierra. Esta reserva es el lugar donde transcurren las tramas de El libro de la selva de Kipling. Por toda la India, muchos más pueblos tribales se
enfrentan a una amenaza similar, según denuncia Survival. Personas
indígenas expulsadas denuncian que el Departamento de Bosques amenazó con
liberar elefantes que aplastarían sus hogares y cultivos si no se marchaban
inmediatamente. El área es el hogar ancestral de las tribus baiga y gond, que afrontan un futuro
desolador sin sus selvas. Las familias han sufrido acoso y
hostigamiento durante años para que se fueran de la reserva. Cuando finalmente
fueron expulsadas, no recibieron tierra ni apoyo para establecerse en el
exterior. Meses después de haber sido desterradas, las familias denuncian que
únicamente han recibido una parte de la compensación que esperaban. Otros no
han recibido nada.
Esta es la cruda realidad. Nosotros,
nuestras multinacionales, los gobiernos destruyen la biodiversidad del planeta
y en lugar de parar esa destrucción global, dejamos que sigan arrasando la vida
mientras acotamos algunas pequeñas zonas que llamamos Parques Nacionales y como
respuesta a nuestra propia impunidad, expulsamos de esas tierras a los que
desde siempre han habitado con armonía la naturaleza echándolos a ellos la
culpa de ser cazadores furtivos y arrasar la selva. Así se escribe muchas veces
el tan vitoreado conservacionismo. Debemos ser críticos con nosotros mismos y
poner fin a estos abusos hacía los pueblos que han habitado desde siempre en
plena armonía con la naturaleza.
En Kalahari Central, un cartel situado en la entrada de la Reserva de
Caza que prohíbe a los bosquimanos cazar. ¿Pero se prohíbe también a los
occidentales ricos y poderosos que viajan por capricho a matar y cazar para
sólo obtener una fotografía de su trofeo pisándolo o llevándose con él parte de
su cuerpo mutilado?
El ecoturismo debe ser
responsable y no practicarse en aquellos lugares donde los pueblos nativos han
sido expulsados de sus tierras, donde los gobiernos corruptos permiten el
ecoturismo por el dinero que les aporta y sin embargo tienen a su pueblo en la
miseria y muertos de hambre en un claro genocidio y ecocidio. El ecoturismo no
puede fomentar la visita de los gorilas de montaña, mientras el pueblo de los
pigmeos es apaleado y expulsado de sus tierras que se encontraban en el
interior del Parque. Se deben respetar a las poblaciones nativas en todos sus
ámbitos y tener la seguridad que ellas reciben beneficios de ese ecoturismo.
Una frase recogida de Survival
nos muestra toda la realidad y a su vez belleza de los guardianes del planeta:
“Nuestra relación con el bosque es como la de un niño con su madre. Los grupos
medioambientales occidentales no pueden entenderlo”, ha declarado Muthamma,
líder Jenu en Kuruba (India).
No podemos colaborar con gobiernos que no respeten los
derechos de los indígenas y la biodiversidad de su tierra. De esto pecamos
mucho los occidentales, porque a veces es cierto que el turista actúa con buena
fe, quiere participar en una observación directa de elefantes o gorilas de
montaña indicándoles que el costo de ese viaje va a beneficiar a los grupos locales.
Y nos lo creemos. Pero además de tener abiertos nuestros ojos, tenemos que
tener abierto nuestro corazón y antes de emprender la hazaña, debemos
investigar a quien beneficio y a quién no.
Por otro lado los grupos ecologistas internacionales que colaboran
en muchos países de África, Asia, América del Sur….donde las selvas tropicales
están siendo arrasadas de una forma veloz y contundente; siempre tienen que
actuar dando el apoyo a los pueblos nativos y campesinos de la zona y trabajar
con ellos, desde la propia base, si quieren declarar una zona como protegida y
jamás permitir la expulsión de sus tierras. Hoy día, son asesinados líderes
indígenas y de campesinos por defender la tierra, sus selvas y su historia ante
la ceguera de la comunidad internacional.
Los pueblos ancestrales no son las multinacionales que
arrasan la vida, ellos son los verdaderos vigilantes de la naturaleza
amenazada.
PEDRO POZAS TERRADOS (NEMO)
Fotografías (Ahisa Bonet)
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