Los Grandes
Simios aún son desconocidos para muchas personas a pesar de que han sido un
factor fundamental en la evolución e historia humana. Sin embargo los gorilas,
chimpancés, bonobos y orangutanes, muy lejos de los tópicos y estupideces percibidas en los zoológicos,
pertenecemos juntos a un mismo linaje evolutivo, somos homínidos y tenemos un
mismo ancestro común, compartiendo una larga historia de la vida que nos ha
llevado a lo que somos ahora y como los
tratamos a ellos.
Del chimpancé
y bonobo compartimos el 99% de los genes, mientras que con el gorila alrededor
de un 98% y con el orangután un 97%. Eso significa que los chimpancés y bonobos
son los más cercanos a los humanos. Por nuestros lazos de parentesco podemos
decir que son nuestros hermanos, mientras que los gorilas y orangutanes son tan
parientes de ellos como lo son de nosotros. Pensar que el hombre desciende del
mono es un error estúpido, ya que nosotros somos monos también, primates. Sin
embargo a nuestros compañeros evolutivos los hemos dejado abandonados una vez
que hemos conseguido dominar la vida, destruimos su hábitat interrumpiendo su
camino y los encerramos en jaulas para el disfrute personal, haciéndolos
cautivos debido a la ignorancia y el afán de riqueza que nos convierten a los
humanos en el mayor enemigo de todos los seres vivos de la Tierra.
Los grandes
simios desaparecen ante el silencio de la Comunidad Internacional y de los
dirigentes de los propios países donde aún sobreviven en una lucha por la
supervivencia extrema. Por este motivo nació el Proyecto Gran Simio, hombres y
mujeres altruistas que luchan por sus derechos y la protección de su hábitat
“in situ”, denunciando de forma continuada la esclavitud a los que son
sometidos, su explotación sexual en los zoológicos enmascarados con “programas
de reproducción”, defendiendo sus derechos a la vida, la libertad y no ser
torturados no física ni psicológicamente ante los tribunales.
Hace años,
Joseph Fletcher (1905-1991), uno de los fundadores de la moderna bioética,
ofreció un exhaustivo y bien conocido conjunto de quince atributos para definir
la personalidad humana: inteligencia mínima, autoconciencia, autocontrol,
sentido del tiempo, sentido del futuro, sentido del pasado, capacidad para
relacionarse con otros, preocupación y cuidado por los otros, comunicación,
control de la existencia, curiosidad, cambio y capacidad para el cambio,
equilibrio de razón y sentimientos, idiosincrasia y actividad del neocórtex.
Hoy sabemos que todos los grandes
simios, y no sólo los seres humanos, poseemos estos quince atributos de la
personalidad aunque en diferente grado. Por ello los grandes simios
deben considerarse “personas no humanas” que necesitan de nuestra ayuda y protección,
que necesitan se les sea reconocidos sus derechos fundamentales.
Además de
poseer numerosas capacidades cognitivas iguales a las nuestras como la
capacidad estética, engaño, bromear, reír, aprendizaje del lenguaje de los
signos humanos que incluso se lo enseñan a sus semejantes y se comunican con
sus cuidadores, planificación del futuro, dolor por la muerte de amigos,
tristeza, depresión, conocimiento del esquema corporal, noción de la muerte,
empatía, capacidad comunicativa a un nivel emocional, cooperación,
mantenimiento de familias estables duraderas madre-hijos-nietos, personalidad
propia, mantenimiento de relaciones sexuales no promiscuas evitando el incesto primario
(madre-hijo); poseen una cultura propia
de cada grupo que se encuentra en su hábitat y fabricación y utilización de
simples herramientas. Todo ello unido, nos hace comprender que nos encontramos
ante unos seres semejantes a los humanos y que sin duda deben de ser protegidos
otorgándoles personalidad jurídica. ¿Si una empresa puede ser considerada
persona jurídica porque negársela a los grandes simios que pertenecen a nuestra
propia familia y que son los seres vivos más cercanos a los humanos?
En 1857, el
Tribunal Supremo de Estados Unidos dictaminaba que “los negros son seres de una categoría inferior, en tal medida que no
tienen ningún derecho que el hombre blanco este obligado a respetar”. Un
siglo más tarde, el Tribunal Superior cambiaría totalmente su doctrina al
respecto. Es de esperar que dentro de otro siglo más, como bien dijo el gran y
olvidado Primatólogo español Jordi Sabatar Pi “las generaciones futuras nos echaran en cara en la forma en que
tratamos a los grandes simios haciéndolos cautivos y encerrados en zoológicos,
como hoy echamos en cara a nuestros antepasados de cómo trataron a los negros
como esclavos”.
Durante el
siglo XIX los australianos cazaban aborígenes con la misma buena conciencia por
lo que ahora cazan canguros. Cuando las intuiciones morales de la minoría
consideraban que era una barbaridad y se fue extendiendo, se cambió la
legislación y se reconoció a los aborígenes todos los derechos de los que ahora
disfrutan. De igual forma está ocurriendo con los grandes simios y los cetáceos
que cada vez con más intensidad se está pidiendo sus derechos y están entrando
a debatirse en los Salas de Justicia de muchos países.
Debemos
otorgar una oportunidad a nuestros hermanos evolutivos para que caminen su
sendero hacia la evolución y a los que están cautivos, debemos proporcionarles
santuarios alejados de los típicos zoológicos que sólo muestran a seres vivos
enfermos psicológicos encerrados en diminutos espacios. Los Grandes Simios
tienen que ser considerados seres con personalidad jurídica, que sean
defendidos sus derechos ante los tribunales de justicia y legislar una Ley que
los proteja de todo tipo de experimentación y comercio. Ellos sin duda son
parte viva de nuestra historia y deben ser considerados “Patrimonios vivos de
la Humanidad”.
PEDRO POZAS TERRADOS
Director Ejecutivo Proyecto Gran Simio
(GAP/PGS-España)
No hay comentarios:
Publicar un comentario