Pero no todo la culpa son de ellos. Nosotros tenemos una gran parte de esa responsabilidad. Tenemos medios para informarnos, para preocuparnos, para actuar, para exigir, para reflexionar. La información hoy por hoy, puede ser obtenida fácilmente por Internet y gratuitamente. Tenemos bibliotecas públicas para acceder, para investigar. Nos la están jugando bien. Cuando nos demos cuenta, será tarde y el mundo no podrá volver atrás.
El informe advierte que las playas españolas retrocederán 15 metros por la subida del mar antes del año 2.050 (siendo muy optimista). Lugares como el Delta del Ebro, Doñana, la Albufera de Valencia o La Manga del mar Menor, sufrirán este aumento y desaparecerán estas zonas con las graves consecuencias económicas. Nuestras playas del levante desaparecerán, los puertos que no tengan diques preparados serán destruidos por las feroces olas....esto no es una película, es una realidad, un informe dimanante del Ministerio de Medio Ambiente en el que advierte que nuestras costas serán destruidas. No que tal vez....., sino que serán. Sin embargo, se siguen construyendo al borde del litoral, las constructoras arrasan nuestras costas en complicidad con los políticos de turno y el ciudadano cierra los ojos para no querer enterarse. Así están las cosas. El Ministerio y con razón, no ve viable extender las regeneraciones de playas de forma artificial, tomando arena del fondo marino, ante un proceso imparable y generalizado. El mes de septiembre ha marcado récord de calor en más de 20 ciudades españolas. En diez años, si en lugar de hablar tanto y acordar tantos protocolos y acuerdos que nunca se llegan a cumplir, nos ponemos entre todos (porque de todos es el planeta Tierra) a trabajar codo a codo para parar el cambio climático, el desastre mundial será irreversible.
Si, es cierto que tal vez nosotros sólo estemos viendo los coletazos de este cambio, pero tenemos la responsabilidad de conservar nuestro mundo para la generaciones futuras, y desde luego nuestros hijos y nietos serán los que sufran tremendamente las consecuencias de lo que nosotros no hemos querido solucionar. El cambio climático es más serio de lo que la gente cree. Será y esta siendo la preocupación mundial número uno. Podría seguir dando datos, pero es mejor que cada cual llegue a una conclusión y se informe por sí mismo para que se convenza de esta hecatombe a la que irremediablemente nos dirigimos.
Nos enfrentamos ciertamente a la “mayor crisis mundial” conocida. Al Gore, en su intervención en el I Encuentro de Sociedad del Conocimiento y Democracia en Málaga, aseguró que la evaporación de la humedad del suelo es una de las peores consecuencias y que si aumenta la temperatura, continuará el deshielo. Destacó que si Groenlandia se derrite, 20 millones de personas tendrían que desplazarse a Europa y muchos más en la India, situación que originaría millones de refugiados climáticos.
Esto no es cuento ecologista. Hace treinta años, cuando los ecologistas anunciaban un cambio climático de seguir con el actual sistema de destrucción, fueron tachados por los gobiernos, “intelectuales” y gente ignorante, como unos melenudos drogadictos que estaban contra la civilización y el progreso. Ahora resulta que esos anti-sociedad, tenían razón y nadie les ha pedido perdón por haberlos tachado en su día de detractores de la humanidad. Los científicos que tan listos son, han tardado treinta años en reconocer lo que los melenudos aseguraban y predecían. Increíble. Así es la arrogancia del ser humano y desde luego, así nos va.
Quisiera recomendar la película que se estrenará a primeros de noviembre, realizada por Davis Guggenheim titulada “Una verdad incómoda”. Estas palabras se quedarán cortas ante la magnitud y el estremecimiento anunciador de esta producción que narra “la emergencia planetaria” y en la que Al Gore nos sumerge en la realidad de lo que no queremos o deseamos ver.
PEDRO POZAS TERRADOS
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