Nota importante: No compres aquellos productos alimenticios, de cosmética o biodiesel que contenga aceite de palma. Es muy importante. La vida de personas y de los orangutanes depende de ello. Gracias de verdad por leer este mensaje. Aconseja su lectura.
El aceite de palma es un producto obtenido de la palma de aceite, una especie originaria de África y que es el cultivo oleaginoso que mayor cantidad de aceite produce por unidad de superficie. Representa el 52% del mercado internacional de aceites vegetales. Este sistema productivo de la palma aceitera está enfocado para la producción a gran escala y se basa en el modelo de monocultivo de exportación.
Si no sabemos donde emplear el aceite, no se preocupen. Los expertos analistas de las empresas buscarán enseguida mil caminos de uso y empleo. Los beneficios están asegurados y máxime si esos monocultivos los plantamos en los países en vías de desarrollo, en aquellos lugares donde es fácil y sencillo establecerse y comportarse de manera criminal y sin escrúpulos.
Vean si no, su modo operandi: las plantaciones de aceite de palma en Indonesia son cultivadas por compañías que presionan al gobierno para que se le asigne concesiones en lugares donde aún hay bosques primarios – hábitat del orangután – con doble finalidad, ya que de esta forma venden la madera que talan de la zona adjudicada antes de instalar las plantaciones, no interesándoles plantar en zonas donde no hay vegetación. Las poblaciones de orangutanes de Borneo se ha reducido a la mitad en los últimos diez años y peor situación se encuentran los orangutanes de Sumatra. Dos únicos lugares donde este simio habita en el mundo y donde comparten hábitat con algunas comunidades indígenas de la zona. El plato esta servido, solo hace falta un buen cuchillo y un buen estómago para digerirlo. El cuchillo son las máquinas dueñas de empresarios sin escrúpulos, el estómago: los países desarrollados, como siempre.
Estas plantaciones de palma no sólo son una amenaza por la deforestación que ocasionan, sino que facilita la entrada en zonas vírgenes, aumentando con ello la caza ilegal del orangután que son capturados cuando sus árboles son derribados, cuyos bebes son vendidos como animales de compañía, matando normalmente a la madre y fomentando el tráfico de especies. Igualmente algunas orangutanes hembras son condenadas a burdeles, donde atadas de pies y manos, y las piernas abiertas, se las violan una y otra vez en un comercio sexual cada vez más extendido. Por otro lado los propios empleados de las empresas madereras o del cultivo de la Palma, así como propietarios y campesinos, atacan a estos simios que ven en ellos una amenaza directa para sus tierras, siendo sin embargo muy pacíficos y amigables, visitando en ocasiones establecimientos humanos buscando a los orangutanes huérfanos que han sido cautivos.
La palabra “orangután” deriva del malayo “Orang Hutan” que significa “persona de los bosques”. Estos seres tan cercanos al hombre y que pertenecen a nuestra propia familia, no pueden sobrevivir en plantaciones industriales, siendo el más arborícola de todos los grandes simios y el único que habita fuera del continente africano. Las plantaciones de Palma que son empleados por nuestra sociedad para numerosos productos, son las responsables directas del exterminio de las selvas de Indonesia y de las poblaciones de orangutanes.
El aceite de palma es un compuesto de demanda global, muy usado en la industria cosmética y en la fabricación de biodiesel. Sólo en el Reino Unido uno de cada diez productos que se consumen lo contienen, desde comida hasta productos de belleza. Detengámonos unos instantes en ver los componentes de la comida que ingerimos. He analizado ciertos productos de un supermercado conocido de nuestra ciudad, y este aceite se encuentra en un 60% de los productos analizados, sobre todo los procedentes de galletas y derivados.
Una vez más, el consumidor, que en muchas ocasiones es cómplice sin saberlo, compra estos productos sin conocer las consecuencias trágicas de su acto. Es importante que el comprador, que tiene la fuerza suficiente para hundir a la más grande de las empresas, conozca en todo momento las consecuencias del acto último de este teatro de la cadena consumista. No podemos decir que lo ignoramos. Hoy en día, las fuentes de información son diversas y mientras nadie se apodere de las redes de Internet (no tardarán en hacerlo), los filtros que las empresas quieran poner a sus productos pueden ser desenmascarados fácilmente a través de la red.
Los incendios provocados también causan estragos en las poblaciones ya de por si al borde de extinción de los orangutanes de Indonesia. En 1987 estos incendios acabaron con un tercio de la población total y actualmente más de 2.000 orangutanes desaparecen anualmente sin que nadie se preocupe de su situación ni se haga un boicot a los productos derivados del aceite de palma procedente de estas plantaciones criminales. Como casi todos los monocultivos, el primer paso consiste en la destrucción del ecosistema donde se va a cultivar a gran escala el producto agroalimentario. Deforestación, pérdida de ecosistemas y biodiversidad. La erosión y pérdida de fertilidad de los suelos son una segunda consecuencia, convirtiendo a las zonas de monocultivo de palma en auténticos desiertos verdes. Las plantaciones de palma no son bosques, son ecosistemas uniformes que eliminan la biodiversidad, reducen la producción de agua o modifica la estructura y composición de los suelos, entre otros efectos negativos. Después, su aceite es vendido como “bio”. Es una falsedad y un engaño descomunal a las sociedades conformistas de nuestro siglo, a las sociedades que cierran los ojos ante una problemática cada vez más dramática. Ello sin añadir las condiciones de trabajo en este tipo de plantaciones que en numerosas ocasiones son injustas, indignas y altamente precarias, con salarios por debajo de los mínimos legales, sin contratos, con prácticas antisindicales y otras muchas deformaciones del comportamiento humano como la violencia o el acoso sexual.
Deberíamos exigir que la Comunidad Internacional, regule un Código de Conducta Global o unas Leyes Internacionales, en las que se impida la comercialización de productos cuya materia prima, provenga de zonas de conflicto de guerra ocasionados para su obtención, destrucción de los ecosistemas y bosques primarios, destrucción de culturas tradicionales y pueblos indígenas, desaparición de especies. No podemos permitir bajo ningún concepto que nos enriquezcamos con la destrucción planificada de los países en desarrollo, esquilmando sus riquezas y sus recursos naturales. No se puede llamar a un combustible biodiesel obtenido por aceite de palma, cuando los bosques primarios de Indonesia están siendo destruidos y con ellos los sumideros de CO2 y por consiguiente, acelerando el cambio climático.
Dramática historia, en un mundo de por sí dramático.
PEDRO POZAS TERRADOS (NEMO)
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