jueves, junio 25, 2015

HERMANOS EVOLUTIVOS



Los Grandes Simios aún son desconocidos para muchas personas a pesar de que han sido un factor fundamental en la evolución e historia humana. Sin embargo los gorilas, chimpancés, bonobos y orangutanes, muy lejos de los tópicos  y estupideces percibidas en los zoológicos, pertenecemos juntos a un mismo linaje evolutivo, somos homínidos y tenemos un mismo ancestro común, compartiendo una larga historia de la vida que nos ha llevado a lo que somos ahora y  como los tratamos a ellos.
Del chimpancé y bonobo compartimos el 99% de los genes, mientras que con el gorila alrededor de un 98% y con el orangután un 97%. Eso significa que los chimpancés y bonobos son los más cercanos a los humanos. Por nuestros lazos de parentesco podemos decir que son nuestros hermanos, mientras que los gorilas y orangutanes son tan parientes de ellos como lo son de nosotros. Pensar que el hombre desciende del mono es un error estúpido, ya que nosotros somos monos también, primates. Sin embargo a nuestros compañeros evolutivos los hemos dejado abandonados una vez que hemos conseguido dominar la vida, destruimos su hábitat interrumpiendo su camino y los encerramos en jaulas para el disfrute personal, haciéndolos cautivos debido a la ignorancia y el afán de riqueza que nos convierten a los humanos en el mayor enemigo de todos los seres vivos de la Tierra.
Los grandes simios desaparecen ante el silencio de la Comunidad Internacional y de los dirigentes de los propios países donde aún sobreviven en una lucha por la supervivencia extrema. Por este motivo nació el Proyecto Gran Simio, hombres y mujeres altruistas que luchan por sus derechos y la protección de su hábitat “in situ”, denunciando de forma continuada la esclavitud a los que son sometidos, su explotación sexual en los zoológicos enmascarados con “programas de reproducción”, defendiendo sus derechos a la vida, la libertad y no ser torturados no física ni psicológicamente ante los tribunales.
Hace años, Joseph Fletcher (1905-1991), uno de los fundadores de la moderna bioética, ofreció un exhaustivo y bien conocido conjunto de quince atributos para definir la personalidad humana: inteligencia mínima, autoconciencia, autocontrol, sentido del tiempo, sentido del futuro, sentido del pasado, capacidad para relacionarse con otros, preocupación y cuidado por los otros, comunicación, control de la existencia, curiosidad, cambio y capacidad para el cambio, equilibrio de razón y sentimientos, idiosincrasia y actividad del neocórtex. Hoy sabemos que todos los grandes simios, y no sólo los seres humanos, poseemos estos quince atributos de la personalidad aunque en diferente grado. Por ello los grandes simios deben considerarse “personas no humanas” que necesitan de nuestra ayuda y protección, que necesitan se les sea reconocidos sus derechos fundamentales.
Además de poseer numerosas capacidades cognitivas iguales a las nuestras como la capacidad estética, engaño, bromear, reír, aprendizaje del lenguaje de los signos humanos que incluso se lo enseñan a sus semejantes y se comunican con sus cuidadores, planificación del futuro, dolor por la muerte de amigos, tristeza, depresión, conocimiento del esquema corporal, noción de la muerte, empatía, capacidad comunicativa a un nivel emocional, cooperación, mantenimiento de familias estables duraderas madre-hijos-nietos, personalidad propia, mantenimiento de relaciones sexuales no promiscuas evitando el incesto primario (madre-hijo);  poseen una cultura propia de cada grupo que se encuentra en su hábitat y fabricación y utilización de simples herramientas. Todo ello unido, nos hace comprender que nos encontramos ante unos seres semejantes a los humanos y que sin duda deben de ser protegidos otorgándoles personalidad jurídica. ¿Si una empresa puede ser considerada persona jurídica porque negársela a los grandes simios que pertenecen a nuestra propia familia y que son los seres vivos más cercanos a los humanos?


En 1857, el Tribunal Supremo de Estados Unidos dictaminaba que “los negros son seres de una categoría inferior, en tal medida que no tienen ningún derecho que el hombre blanco este obligado a respetar”. Un siglo más tarde, el Tribunal Superior cambiaría totalmente su doctrina al respecto. Es de esperar que dentro de otro siglo más, como bien dijo el gran y olvidado Primatólogo español Jordi Sabatar Pi “las generaciones futuras nos echaran en cara en la forma en que tratamos a los grandes simios haciéndolos cautivos y encerrados en zoológicos, como hoy echamos en cara a nuestros antepasados de cómo trataron a los negros como esclavos”.
Durante el siglo XIX los australianos cazaban aborígenes con la misma buena conciencia por lo que ahora cazan canguros. Cuando las intuiciones morales de la minoría consideraban que era una barbaridad y se fue extendiendo, se cambió la legislación y se reconoció a los aborígenes todos los derechos de los que ahora disfrutan. De igual forma está ocurriendo con los grandes simios y los cetáceos que cada vez con más intensidad se está pidiendo sus derechos y están entrando a debatirse en los Salas de Justicia de muchos países.
Debemos otorgar una oportunidad a nuestros hermanos evolutivos para que caminen su sendero hacia la evolución y a los que están cautivos, debemos proporcionarles santuarios alejados de los típicos zoológicos que sólo muestran a seres vivos enfermos psicológicos encerrados en diminutos espacios. Los Grandes Simios tienen que ser considerados seres con personalidad jurídica, que sean defendidos sus derechos ante los tribunales de justicia y legislar una Ley que los proteja de todo tipo de experimentación y comercio. Ellos sin duda son parte viva de nuestra historia y deben ser considerados “Patrimonios vivos de la Humanidad”.

PEDRO POZAS TERRADOS
Director Ejecutivo Proyecto Gran Simio (GAP/PGS-España)


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