10.- Como científico, amigo y compañero defensor de la igualdad, algo más personal. ¿Qué piensa de mi libro “Voces del Planeta”? Me encantan las críticas aunque sean negativas. Tiene toda la libertad.
Como científico, lo que más valoro de este libro es su compromiso político, su compromiso con la sociedad. El corazón que pone en el amor que refleja por la Naturaleza y por todos los seres vivos y su indignación por la injusticia. Como amigo, su calidad científica en el sentido más puro de la Ciencia. La que busca las raíces, los orígenes de los problemas estudiados.
Intentaré explicar mi punto de vista sobre esto que puede parecer paradójico: Cuando se observa la grave situación ambiental en que se encuentra nuestro Planeta, la actitud de un científico no es (no debe de ser) buscar “parches” para solucionar problemas concretos (es decir, tratar los “síntomas” y dejar que todo siga igual), sino entender el origen de esta situación, porque si no se comprende cual es la causa no se pueden encontrar las verdaderas soluciones. Y si miras a fondo la gran y variada cantidad de problemas que están poniendo en peligro la supervivencia de nuestra “civilización” sobre la Tierra, como se puede ver en su libro, en todos, absolutamente en todos, está detrás la misma causa: un sistema económico aberrante, surgido cuando se pensaba que los “recursos naturales” eran poco menos que infinitos y regido por una mentalidad egoísta con un origen cultural muy concreto según la cual “cada cual busca su propio interés” pero “los vicios individuales hacen la prosperidad pública”. El gran hallazgo de “la mano invisible del mercado” según el cual es el egoísmo de cervecero, del panadero, los que hacen funcionar la sociedad (por cierto, ¿no recuerda esto la “teoría” de que es el egoísmo del “gen” el que hace funcionar la Naturaleza?), está en el origen de todas las catástrofes ambientales provocadas por el Hombre: “El libre mercado”. En mis clases de Ecología humana, que a veces resultan deprimentes, son los propios alumnos los que buscan, paso a paso, científicamente, por razonamiento lógico, el origen de problemas como la deforestación, el agotamiento y la contaminación de los mares y ríos, la falta de acceso al agua y los alimentos en los países empobrecidos (es decir no “pobres”), la extensión creciente de los tóxicos cultivos transgénicos, la vuelta de la peligrosísima energía nuclear, las siniestras actividades de la gran industria farmacéutica… La consecuencia de la investigación científica de las causas de este problema “científico”, la conclusión, es que el origen es de tipo político. Me resultan divertidos los colegas que me acusan de “mezclar ciencia con ideología”, porque hablo de “cooperación”, “igualdad y necesidad de todos los seres vivos”, “influencia del ambiente”… porque “se me ve el plumero”, especialmente cuando critico el componente ideológico del darwinismo. Pero cuando ellos explican los fenómenos naturales en términos de “competencia por los recursos”, “coste-beneficio”, “explotación de una fuente de alimento”, “éxito evolutivo”, “el gen del alcoholismo”… me gustaría que pensaran sobre qué tipo de ideología están expresando. Los científicos que se proclaman “objetivos” y “asépticos” mientras emplean estos términos, esta concepción de la Naturaleza son, en realidad, defensores, mantenedores de las “ideas dominantes”. ¿Y qué otra cosa es el darwinismo? Por eso es por lo que considero este libro muy importante desde el punto de vista científico. De la verdadera Ciencia. La del que va a las raíces de los problemas y se implica en ellos, y pone el corazón, no sólo la cabeza, en el trabajo.
Como amigo, me admira la intensa labor científica realizada para la elaboración del libro. La visión de conjunto que los lectores pueden adquirir de los verdaderos problemas a los que se enfrenta la Humanidad y los lúcidos análisis sobre ellos. Especialmente interesante me resulta el referente al cambio climático, porque creo que la sociedad y, especialmente los políticos, no tienen conciencia de la gravedad de este problema. Incluso algunos científicos, que afirman que “la Humanidad ha sido capaz de adaptarse a cambios climáticos más graves”, porque es absurdo comparar a los cazadores-recolectores que vivían en pequeños grupos en los que todos eran capaces de asegurarse el alimento y que podían emigrar a donde hiciera falta en caso de cambios ambientales, con una sociedad hacinada en grandes ciudades que dependen, gracias al sistema del “libre mercado”, de alimentos llegados, a veces, de las antípodas y en la que nadie es capaz de buscarse el alimento por sí mismo. En ciudades e incluso países que han dejado de ser autosuficientes en términos de alimentación. ¿Se imaginan estos políticos y estos científicos que puede pasar si un aumento de tres o cuatro grados en le temperatura media anual hace que las enormes explotaciones “industrializadas” (incluidos los transgénicos), de las que depende la mayor parte de la alimentación mundial, con cultivos muy “seleccionados” y, por tanto muy homogéneos y sensibles a las condiciones ambientales, sufrieran una catástrofe en su producción? ¿Qué situación se produciría en sus ciudades?
También como amigo, este libro me hace sentirme acompañado. Lo difundiré todo lo que me sea posible. Lo recomendaré a mis alumnos de Ecología humana para transmitirles los valores de los verdaderos científicos: los que ponen el corazón, además de la cabeza, en trabajar por el bien de la Humanidad, no para hacerse ricos y famosos. Me encanta el prólogo de Miguel Jara porque creo que ha comprendido perfectamente el espíritu del libro: “las palabras de Pedro Pozas exhalan verdad por sus poros verdes. Esa verdad se basa en la sencillez de su narrar; letras, palabras, frases y párrafos, surgen de su corazón antes que de su cabeza, por eso dejan un poso de autenticidad, de coherencia y honestidad. Son las palabras necesarias”. Y también para transmitirles alguna esperanza, porque yo me siento muy pesimista y creo que, a muchos, se lo contagio. Me gustaría creer en lo que Miguel Jara afirma en el final de su prólogo: “Otro modelo de sociedad está por crear; ha comenzado a crearse, para ser más exactos. Libros como este y personas como Pedro Pozas son la simiente de verdad de esa nueva sociedad cuyo resurgir de entre las cenizas del modelo de codicia actual ya se vislumbra”.
11.- Por último, sin tapujos, con la verdad por delante como es habitual en Vd., comente todo lo que no haya preguntado y que cree importante decir, sea el tema que sea.
A veces tengo la sensación de representar un papel de “rebelde incomprendido”. De “alternativo” entre los muchos que proliferan en esta sociedad desencantada, abrumada y harta de las mentiras con que pretenden adormecerla, manejarla. En palabras de Edward Bernays, sobrino de Freud y pionero en las técnicas de manipulación de masas: “Aquellos que manipulan el mecanismo oculto de la sociedad constituyen un gobierno invisible, que es el verdadero poder que gobierna nuestro país. Somos gobernados, nuestras mentes moldeadas, nuestros gustos formados, nuestras ideas sugeridas mayormente por hombres de los que nunca hemos oído hablar. /…/ En casi cualquier acto de nuestras vidas, sea en la esfera de la política, de los negocios, en nuestra conducta social, o en nuestro pensamiento ético, estamos dominados por un número relativamente pequeño de personas que entienden los procesos mentales y los patrones sociales de las masas. Son ellos quiénes manejan los hilos que controlan la opinión pública". Pero nunca he tenido la intención de convertirme en eso. Ha sido un proceso al que me ha llevado el intentar, simplemente, cumplir con mi trabajo. Cuando comprobé las enormes “lagunas” de las explicaciones darwinistas de la naturaleza, de los dogmas que me habían enseñado, intenté buscar explicaciones científicas que pudieran “rellenar” esas lagunas. Abandoné la investigación convencional (la verdad es que no me costó, porque cuando escribía por centésima vez “Material y métodos” se me producían picores por todo el cuerpo) y me dediqué a recopilar y relacionar los datos más actualizados sobre la evolución. Cuando en 1995 publiqué “Lamarck y los mensajeros” no esperaba aplausos de mis colegas, pero tampoco las descalificaciones totales sin molestarse en leerlo que recibí de la mayoría. Comprobé que la reacción no era de un debate científico razonable, mesurado. Era una reacción visceral, emocional, como si atacase a un padre, a un profeta. A unas ideas indiscutibles. Entonces me fui a los orígenes de esta situación para intentar comprenderla. Y leí a Darwin. Y me quedé estupefacto. ¿Cómo es posible que un libro de semejante simpleza, con una confusa mezcla de algunas ideas científicas que ya se conocían, argumentos de un aficionado no especialmente brillante e ideas “populares” se haya convertido en “la obra de la que nace toda la biología moderna” y en “la más alta cumbre del pensamiento humano”? Comprobé que la única manera de conseguir una cosa así es, primero, convertir al autor en un mito y, segundo, procurar que los seguidores del mito no lo lean directamente, sino “explicar” sus grandes descubrimientos y “lo que quería decir” en realidad. Es sorprendente todo lo que se ha escrito sobre “la revolución darwinista”. Las mixtificaciones de la historia por los historiadores darwinistas. Las disquisiciones filosóficas sobre el significado del darwinismo elaboradas por filósofos sin conocimientos de biología y convencidos de que Darwin fue “el descubridor de la evolución”. “El primero que dio una explicación materialista de la vida”. La enorme cantidad de retórica de los darwinistas para explicar el poder omnipotente de la selección “natural”, idea a la que llaman “descubrimiento”. Y, finalmente, el falseamiento de las verdaderas ideas de Darwin que se pueden constatar, simplemente, leyendo sus libros. Por eso no quieren que sus adeptos lean sus libros. Porque he comprobado que una característica muy habitual de los darwinistas más fervorosos es que no han leído a Darwin. Actúan como una secta en la que siguen ciegamente a los “predicadores”. Hace poco, un honesto “darwinista convencido” me reconoció que no había leído a Darwin, porque lo que había aprendido es la versión “actualizada”. Pero la versión actualizada de un bodrio es un bodrio más grande aún. Me agobia que muchas buenas personas, gente inteligente, estén adoctrinados por el montaje darwinista y convencidos de que el darwinismo es la explicación científica de la vida, de la realidad, sin detenerse a pensar que, si en su vida, actuasen según la visión darwinista de las relaciones entre los seres vivos, la vida junto a ellos sería insoportable. Me angustia que jóvenes biólogos consideren a Richard Dawkins “un genio” por su paranoica visión de la vida que da en su “Gen egoísta”. Claro que han creado ex profeso para él la “Cátedra Simonyi para la comprensión pública de la Ciencia” ¡Menuda “comprensión” aporta Dawkins! Pero los científicos que propagan los “valores” darwinistas son muy bien recompensados.
Fue necesario mucho poder, mucha capacidad para controlar las instituciones científicas, para instaurar el darwinismo y es necesario mucho poder para mantenerlo. Las pocas personas que constituyen el verdadero poder, que son las mismas que controlan las fuentes de energía, las multinacionales farmacéuticas y biotecnológicas, tienen un gran interés en que se mantenga la concepción darwinista de la realidad (el mundo es así de terrible porque, según la Ciencia, son “leyes naturales”, y ellos están, lógicamente, en la cumbre), y la concepción reduccionista de “los genes” y el azar es fundamental para sus negocios. Las principales revistas científicas parecen un catálogo de anuncios de las empresas biotecnológicas. La investigación “aplicada”, es decir la enfocada a fines comerciales, está financiada, es decir, controlada por estas grandes empresas. Los medios de comunicación, en los que sus “expertos” son siempre fervientes darwinistas, no se cansan de transmitirnos los grandes logros que se producirán “para la Humanidad” como consecuencia de estas investigaciones… Las grandes multinacionales tienen tanto poder que son capaces de controlar las instituciones internacionales como la FAO, la OMS, algunos parlamentos e incluso las concesiones de los premios Nóbel, que son la mejor publicidad para sus negocios, como se ha comprobado con la fraudulenta concesión de este premio a Zur Hausen y el peligroso negocio de la vacuna contra el papilomavirus. Después de la “lucha contra las bacterias”, nuestras “competidoras” bajo la óptica darwinista, que ha conseguido que se extienda la resistencia a los antibióticos gracias al abuso de su utilización (de su comercialización), ha comenzado la “lucha contra los virus”, comenzando por extender el terror en la población. El motivo real de la aparición de estos nuevos enemigos es que las patentes de los antibióticos están caducando y dejarán de ser negocio. Hay que buscar nuevos negocios, y la lucha contra los virus y las vacunas son el mejor negocio. No importa cuales serán sus efectos.
Aunque pueda parecer una extrapolación exagerada, todos estos problemas derivan de la concepción darwinista de la realidad. Pero no pretendo atribuir la responsabilidad a Darwin (al menos, no toda). Él se limitó a reforzar (como he podido comprobar, de un modo simplistamente inconsciente) las ideas de los poderosos al aplicarlas a la Naturaleza y convertirlas en “conceptos científicos”. El azar, la competencia y la supervivencia del “más apto” no son más que una proyección sobre la Naturaleza de los conceptos del “libre mercado”. Y del mismo modo que éste ha convertido a las sociedades, a la Humanidad en “competidores” y a la Tierra en un campo de batalla en el que los pobres tienen siempre las de perder, porque es un sistema generador de pobreza, y en un ecosistema en creciente degradación como consecuencia de la sagrada “libertad de mercado” que ha dejado al Mundo en manos de personas sin escrúpulos que sólo buscan “su propio interés”, el darwinismo, el apéndice científico del pensamiento de los poderosos, ha convertido a la Naturaleza en un campo de batalla en la que todos sus componentes son competidores (como sabemos, determinadas concepciones de la realidad necesitan enemigos para justificarse). Sin embargo, ya se sabe que las bacterias y los virus patógenos son extraordinariamente minoritarios en relación con el inconcebible número existente. Su carácter patógeno se debe a alteraciones de sus procesos naturales, muchas de ellas causadas por el Hombre. Pero el fanatismo darwinista y sus delirios de poder manipular, “dominar” a la Naturaleza encuentra enemigos incluso en los componentes que son esenciales para su funcionamiento equilibrado. Las bacterias y los virus, cuyas secuencias genéticas son muy abundantes en los genomas de los seres vivos también cumplen unas actividades fundamentales en el interior y el exterior de los organismos. Pero además, se han mostrado extraordinariamente abundantes en todos los ecosistemas, participando en importantes ciclos biogeoquímicos, en transferencia horizontal de genes, cumpliendo una función de de almacenamiento de información genética y contribuyendo a la dinámica evolutiva del sistema y a su estabilidad, ya que mantienen el equilibrio de la diversidad ambiental y son los portadores de información genética entre diferentes ambientes. En definitiva, son los elementos que conectan el mundo orgánico con el inorgánico.
Lo que pretendo transmitir es que la Naturaleza no es el sórdido campo de batalla de los darwinistas. Es un gran ecosistema lleno de vida y de belleza en el que todos sus componentes, absolutamente todos, son necesarios para su funcionamiento equilibrado. Que es mucho más poderosa que los hombres y tiene sus propias reglas. Pero si dejamos que se le continúe tratando de este modo seremos los seres humanos los que paguemos las consecuencias.
6 comentarios:
"Somos gobernados, nuestras mentes moldeadas, nuestros gustos formados, nuestras ideas sugeridas mayormente por hombres de los que nunca hemos oído hablar..."
Y nos creemos individuos! Que triste!
Nos creemos poderosos, creemos que el patrimonio economico es nuestro futuro y el de nuestros hijos y no nos damos cuenta que el unico patrimonio real que tenemos es: NUESTRO PLANETA.
Realmente que ciegos estamos al no darnos cuenta lo que estamos destruyendo.
Otra vez grax por tus entregas.
Totalmente de acuerdo contigo Tiziana, pero aún nos queda un pellizco de esperanza y no debemos dejarla perder.
Hay que seguir luchando, seguir informando para que al menos, quien qwuiera conocer la verdad, la pueda encontrar. Quien sabe...tal vez algún día salga un lider mundial que nos lleve a todos a una revolución de nuestra propia sociedad, a ser seres libres, no com o estamos ahora que los politicos y multinacionales gobiernan nuestras vidas a su antojo, a su beneficio.
Un abrazo fuerte
Pedro Pozas Terrados
Hola Pedro
realmente crees que el ser humano algun dia va a dejar de ir contra sus intereses, de ser chacrista para ir tras un interes comun, universal?
Crees realmente que algun dia pueda ver como un interes personal el interes comun, general?
No sera mucha utopia de nuestra parte?
Cada dia mas gente mira hacia ese interes comun, pero hasta que punto se compromete cuando juegan sus intereses personales, hasta que punto puede dejar de ver el arbol para ver el bosque?
Porque siendo un interes que se va masificando, sigue siendo un boca a boca y no toma difusion central?
Porque nadie se la juega desde arriba?
Porque?
beso!
Te comprendo perfectamente, pero no podemos perder la esperanza...perderla seria perder la única luz que a las generaciones futuras les queda y tenenmos que seguir manteniendo esa llama viva...quien sabe....
Animo, las utopias pueden llegar a ser realidad, lo único que hace falta es creerlas y dar nuestro esfuerzo por ellas...puede que no...pero también pude que si y me quedo con ese lado positivo, de lo contrario todo lo que hacemos no sirve para nada.
Un beso
Pedro
Claro!! ver la mitad del vaso lleno no me olvido nunca, solo que a veces me detengo y me cuestiono, sobre todo cuando me encuentro con gente con quien intercambiar.
Quien me dice que alguien no vislumbre una luz que me renueve las fuerzas, esas palabras magicas q necesitamos de vez en cuando.
Beso!
Pues si, tienes razón, pero ahí estamos, dando lo que nuestro corazón quiere de demos, más llama, más luz aunque temamos que el viento pueda borrarla para siempre.
Pero aún así, nustras voces tienen que seguir oyéndose, peor es que no haya ninguna y que los poderosos puedan acampar a sus anchas.
Un beso
Pedro
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